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Mercaderes No. 157: vivienda, comercio y museo

22 de julio de 2020

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Armería La Marina

 

El actual Museo Armería 9 de abril, marcado con el número 157 de la calle Mercaderes entre Obra Pía y Lamparilla, forma parte del inmueble que otrora estuviera señalado con el 19 y antes 10 de dicha calle, perteneciente al barrio del Templete.

Las primeras referencias acerca de su época de construcción datan de los inicios de la segunda mitad del siglo XIX, cuando era una casa tres plantas y entresuelo, como consta en los asientos del Registro de la Propiedad. Sin embargo, el Cuaderno con los apellidos de los dueños de fincas urbanas de La Habana en 1812 recoge que Mercaderes No. 10 era propiedad de don Francisco del Corral, y al parecer era todavía una casa sencilla, de una sola planta. Según el documento mencionado, la calle Mercaderes tenía en esa época, 36 casas de alto, 38 bajas, de las cuales 23 poseían zaguán, y 126 tenían accesorias.

Por el Directorio de la Ciudad de La Habana y Extramuros de 1840, se sabe que la casa de Mercaderes No. 10 era propiedad del Marqués de Esteva de las Delicias, quien residía entonces en la misma calle, en la casa señalada con el número 17 colindante, hoy desaparecida. Don José Buenaventura Esteva y Crops, era natural del Ferrol, Galicia. Fue Brigadier de Caballería de los Ejércitos Nacionales, Coronel de Milicias de Caballería y Alcalde de la Santa Hermandad en La Habana; Conde Palatino, Senador del Reino, Gentil-hombre de Cámara de su Majestad, Caballero de la Espada de Oro, Gran Cruz de la Orden Isabel la Católica y Caballero de las de Calatrava y de Carlos III. Por Real Despacho del 11 de julio de 1833, se le concedió el título de Marqués de Esteva de las Delicias. Por otro Real Despacho de 22 de diciembre de 1866, se le otorgó la Grandeza de España anexa al referido título. Murió en La Habana en 1867.

En la segunda mitad del siglo XIX aparece como propietaria de la edificación la Sociedad de Luis Belamarán y Compañía. Era descrita a la sazón como una “casa de mampostería, cantería y azotea de alto y bajo”, que “ocupaba una superficie de diez y media varas de frente y veintinueve y un cuarto de fondo”. Lindaba por la derecha con la número 17 de don Onofre Ramírez Chenard; por la izquierda con la número 21 de don Domingo Guerra del Vilar y por el fondo o espalda con la de los señores don José Gener Guarch y don León Lleó.

En 1871, la referida Sociedad de Luis Belamarán y Compañía traspasó la finca al señor Edmundo Broschell por el precio de 50 000 pesos, quien en 1879 la vendió, con pacto de retro y por el precio de 20 000 pesos, a doña Concepción Cobarrubias. Vender algo con pacto de retro significa que el vendedor, mediante la devolución del precio y el abono de una compensación determinada, puede recuperar en cierto tiempo el bien vendido.

Dicha señora, a su vez, retrovendió el inmueble el 15 de noviembre del propio año 1879, a Gerónima Ferrety del Castillo, viuda de Broschell.

La señora Gerónima Ferrety falleció en marzo de 1887. En su testamento nombraba como herederos a sus tres hijos: don Edmundo Conrado, don Federico Juan y doña María Teresa Broschell Ferrety, todos residentes en Alemania. De esta forma, los tres herederos inscribieron a sus nombres la propiedad en septiembre de 1898.

El 3 de marzo de 1905, por mediación de su apoderado el señor Leopoldo Van Bergen Bress, los tres hermanos transfirieron el inmueble al señor Marcelino González García, “natural de España, del comercio, vecino de La Habana”. Cinco años más tarde, o sea en 1910, el edificio sería vendido nuevamente, esta vez a don Dionisio Cifuentes Suárez, por el precio de 20 000 pesos oro español.

En manos de este señor el inmueble sería objeto de varias reformas. La primera de ellas, en 1916. Cifuentes, que en aquel tiempo vivía en el mismo edificio, solicitó licencia a la Alcaldía Municipal para variar los tres vanos de la fachada de la planta baja. Las obras consistían en sustituir los dos machones de mampostería que existían en el centro, por dos pilastras de hierro fundido, de 0.25×0.35 metros de sección; sobre ellos, y soportado también por las pilastras, se correría un arquitrabe compuesto de dos vigas dobles T, rellenas con ladrillo u hormigón. Para el cierre del local se colocarían ahora cortinas de hierro ondulado. Se dejaría, además, una jamba de relieve de 2 centímetros para jerarquizar la entrada. La dirección facultativa estuvo a cargo del arquitecto Pedro Iduate. Estos trabajos, aunque sencillos, incidieron en la imagen que la casa había heredado del siglo XIX.

En 1920, Dionisio Cifuentes vuelve a pedir licencia para realizar obras en su casa de Mercaderes No. 19. Esta vez para intervenir tanto en la fachada como en la planta baja y el piso principal, con acciones de ampliación, sustitución de elementos y cambios en la distribución espacial del inmueble, sobre todo aquellas relacionadas con el área de almacenaje y patio. También se modificaron las instalaciones sanitarias y las escaleras, momento en que se independiza la escalera de la planta baja del resto de la edificación, para lo que se construyó un tabique alicatado desde la parte superior del escalonado de la misma hasta las cubiertas de la primera y segunda crujías de dicha planta baja. Sin duda alguna, esto le permitía alquilar de manera individual –y con mayor privacidad para los inquilinos–, ambos pisos.

En la década de 1930 el señor Cifuentes residía en Gijón, España, y alquilaba parte o tal vez todo el edificio. Se conoce por las guías y directorios comerciales que el inmueble compartía las funciones de vivienda con la de comercio en planta baja, algo ya tradicional en los antiguos edificios habaneros. Así, en la Guía Especial de La Habana 1932, aparece ubicada en esta dirección la ferretería denominada “Casa Aguirre” y en otras Guías Comerciales consta que en el año 1934 radicaba en ella la “Compañía Armera de Cuba, S.A.”, del señor Luis L. Aguirre. Aún hoy se muestra en el piso, a la entrada del edificio, la marca del propietario del negocio.

 

Logotipo de Aguirre

Logotipo de Aguirre

 

El 23 de enero de 1936 Dionisio Cifuentes Suárez, cedió la finca por 6 000 pesos en moneda del curso legal a doña Isabel de la Soledad, doña Estela de la Caridad, doña María Emma y doña María Catalina Cifuentes y Hernández, vecinas de Santiago de las Vegas, en La Habana, y seguramente con algún vínculo familiar cercano con el antiguo dueño.

En febrero de 1956 falleció la señora María Emma Cifuentes y Hernández, casada con el señor Ernesto Suárez, y propietaria de una cuarta parte proindiviso de la finca. Cerca de un mes más tarde, en marzo de ese mismo año 1956, falleció su esposo, y ninguno de los dos había otorgado testamento. Con este motivo se realizaron los correspondientes juicios abintestatos, y el señor Juez Dr. Ricardo de la Torre y Pérez dictaminó el 30 de mayo de ese año que se declararan como herederos, por partes iguales, a los hijos del matrimonio: Ernesto Manuel y María Emma Suárez Cifuentes. En esta época ya la casa estaba señalada con el No. 157, su numeración actual.

La última referencia sobre este inmueble encontrada en el Registro de la Propiedad, correspondiente al 11 de marzo de 1957, muestra como propietarios a las señoras Isabel de la Soledad, Estela de la Caridad y María Catalina Cifuentes Hernández, y a sus sobrinos Ernesto Manuel y María Emma Suárez Cifuentes.

En 1957, aún radicaba en la planta baja de la edificación la “Compañía Armera de Cuba, S.A.”, entonces propiedad del señor Tony Martín y conocida como La Marina.

 

 

La Armería, años de 1950

La Armería, años de 1950

 

El inmueble se mantuvo como una construcción de tres plantas y azotea, utilizando las altas como vivienda y la baja como un gran local destinado a comercio.

La composición simétrica de sus vanos en los niveles superiores alude a la solución característica de las edificaciones del siglo XIX, aún con las intervenciones realizadas en el siglo XX. Un balcón con baranda de hierro corre a lo largo de los dos pisos superiores, en tanto un pretil clásico remata el edificio.

De arquitectura sencilla y escala media urbana, Mercaderes No. 157 se inserta adecuadamente en el entorno de la ciudad antigua. De acuerdo a las Regulaciones Urbanísticas para el Centro Histórico La Habana Vieja, el inmueble señalado con el No. 157 de la calle Mercaderes, identificado como Armería, posee Grado de Protección I.

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