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¿Medicamentos en primera instancia?

18 de abril de 2014

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imagesMás allá de si se tambalea o no el precioso equilibrio en que coexisten la salud y la enfermedad durante toda nuestra existencia, es común que se nos presenten en ocasiones más o menos frecuentes, pequeñas dolencias, que por su temporalidad pasajera y su escasa severidad, no empañen el estado general satisfactorio que la persona refiere, pero que siempre requieren de algún tipo de atención si se desea calmar el pasajero disconfort que las más de las veces pueden producir, aún de forma localizada.
Frente a estos pequeños “problemas” de salud, también llamados “malestares, la actitud de muchas personas, con frecuencia, pone de manifiesto conductas contradictorias y no siempre acertadas, pues no faltan los que sin pensarlo dos veces acuden al uso de algún medicamento, sin haber pasado antes por la consulta del doctor. Igual, son cada vez menos los que valoran la utilidad de medidas generales como el reposo, la ingestión de abundantes líquidos, las adecuaciones temporales de la dieta, controlando el consumo de alimentos ricos en grasas o muy condimentados, así como la administración de reconocidos remedios naturales, que sin lugar a dudas pueden ser una alternativa más segura que la que supone el uso de medicamentos por automedicación.
El caso de los dolores es uno que bien ilustra esta problemática, pues en la mayoría de las ocasiones en que las personas se ven afectadas por algún dolor, la primera opción de tratamiento son los analgésicos u otros medicamentos recetados. Sin embargo, existe una alternativa utilizada por muchos años, que además de ser muy accesible a todo el que quiere utilizarla, juega un papel invaluable para controlar el dolor. Este es el caso de las compresas frías y calientes.
Las compresas calientes o terapia de calor es un método utilizado para el alivio del dolor crónico o las lesiones sin inflamación o hinchazón. También es una forma efectiva de aliviar la tensión muscular. El calor comprime y aumenta el flujo sanguíneo en la zona afectada, lo que genera el aumento de la elasticidad de los músculos y el tejido conectivo que rodea las articulaciones, reduciendo la rigidez y el dolor. Además prepara a los músculos para trabajar más eficientemente. La aplicación de una compresa caliente no debe extenderse por más de 15 a 20 minutos. El calor húmedo penetra más eficazmente que el calor seco. Para mantener la compresa caliente y a la vez proteger la piel durante la aplicación, se debe usar un paño protector entre la piel y la compresa. Este tipo de compresas no se recomiendan en lesiones agudas, donde hay inflamación o hinchazón, o en presencia de enfermedad cardíaca, diabetes, enfermedad vascular periférica y heridas abiertas.
Las compresas frías o terapia de frío, es un método eficaz para reducir la inflamación o hinchazón de una lesión aguda. Estas lesiones involucran síntomas que aparecen rápidamente y que pueden durar hasta tres días. El uso de hielo o compresas frías contrae los vasos sanguíneos y disminuye el dolor y la inflamación. Las compresas frías también son una herramienta eficaz para combatir el dolor crónico y los problemas de lesiones, sobre todo después de las actividades. La aplicación de una compresa fría no debe durar más de 15 a 20 minutos cada vez. La aplicación debe repetirse si los síntomas continúan, pero solo después de que la piel haya vuelto a la temperatura normal. Estas compresas no son recomendables antes de la actividad, ya que la constricción de los vasos sanguíneos puede causar una lesión mayor, tampoco si se padece entumecimiento y sensibilidad alterada a las bajas temperaturas.

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