Maurice Chevalier: el hombre del duende (II)
12 de mayo de 2025
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Nacido en 1888, a Maurice Édouard Saint-Léon -tal era su verdadero nombre-, le apasionó el mundo del espectáculo desde muy niño. comenzó como acróbata, afán que abandonó por problemas físicos.
Fue entonces cuando el joven Chevalier pasó al mundo del teatro, presentándose en cabarets y music-halls parisinos junto a la célebre Mistinguette, con la que formó una de las parejas más populares de la primera década del siglo XX.
Y alcanzó una justa celebridad al interpretar con un donaire muy propio canciones típicamente francesas que –al decir del autor de Los pasos perdidos- “pertenecen generalmente a la vena popular y a menudo callejera de eso que podríamos llamar el folklore urbano”, como “La Madelon”, “Valentina” y “Cuando un vizconde se encuentra con otro vizconde” que se hicieron famosas en todo el mundo.
“¿Tenían algún valor musical? No”. Se preguntaba y respondía Carpentier. Pero reconocía que detrás de estas ingenuas y espontáneas canciones “estaba el espíritu de Chevalier, ese duende, esa gracia irónica que durante medio siglo ha marcado, poco o mucho, el estilo de los mejores chansonniers de París”.
En La Habana el veterano actor galo, quien sorprendió a todos por su vitalidad, debutó en el teatro Auditorium, el 13 de abril de 1956, con un espectáculo de Broadway bajo el título de “One man show”, ante un muy escogido público. Una segunda presentación tuvo por escenario el cabaret Montmartre, en el Vedado, y, al parecer, también cantó en el canal 6 de la televisión en el programa “De fiesta con Bacardí”.
Hasta casi sus últimos años estuvo dando giras artísticas y recitales.
Maurice Chevalier falleció en París en 1972.
Sigue siendo –como dijo Carpentier- “el hombre del duende, del ‘ángel’ que le permite hallar un poco de verdadera poesía en la más sencilla y volandera canción”.
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