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Massiel

28 de marzo de 2024

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La expectativa motivada entre el público cubano por el Festival Internacional de la Canción Popular que tuvo por sede la ciudad-balneario de Varadero, y en particular su anfiteatro, constituyó un acontecimiento sin precedentes en el país, hasta entonces. Es decir, que a partir del viernes primero de diciembre de 1967, día de su inauguración y hasta su clausura dos semanas después, se vivieron jornadas inolvidables para buena parte de los cubanos.

Artistas de alrededor de 19 países, incluida una nutrida representación nacional, animaron con su música y presencia un evento que se televisó y radió a la nación para que hasta en los más apartados rincones se tuviera, de un modo u otro, acceso al espectáculo.

Varios de los visitantes ganaron la popularidad y el cariño de la audiencia, aunque tal vez fue una cantante española, entre aquella constelación, la que de manera especial se robó las preferencias. La avalaba una voz potente, de timbre cálido, y las canciones que interpretaba incluían imágenes inusuales, ajenas a la edulcoración e intensamente poéticas. De entre aquellas metáforas, destaquemos algunas: sol de medianoche, toma la piedra y deja la flor, etcétera. No es difícil descubrir ya que se trataba de María de los Ángeles Santamaría, la conocida Massiel dentro de la cancionística hispana y latinoamericana.

Invitada por la revista Bohemia a expresar sus impresiones, dijo así:

“Fenomenal me parece el que no se cobre por la entrada al Festival, y además creo que es ideal el que este no sea competitivo, pues de otra forma nunca se llega a saber quién es mejor en el gusto del público. Por otra parte, creo que en un festival de las características de este vuestro es la única forma de lograr una verdadera compenetración entre los artistas que de él participan, y de estos con el pueblo.”

Pasaron los años, decenas de ellos, y la artista regresó al cabo de tres décadas, en visita privada, a reencontrarse con antiguos amigos. Quizás no imaginara que su interpretación de la canción Rosas en el mar, del compositor Luis Eduardo Aute, era aún memorable entre el público de esta isla verde del Caribe. Es más fácil encontrar, rosas en el mar, resuena en los oídos de aquellos que en 1967 exhibían una larga melena y hoy penan canas… aunque conservan nítido el recuerdo de los días de un festival que nunca dejó de ser noticia.

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