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Más virus emocionales

14 de abril de 2017

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En el último artículo no me alcanzó el espacio para escribir sobre otros virus emocionales que afectan a cualquier actividad laboral porque provocan emociones negativas y desánimo ante el trabajo, con la consecuente disminución de la productividad, además de otros daños como es el sufrimiento mañanero de “tengo que ir al infierno de mi trabajo” y esto es sin dudas un factor de riesgo para muchas enfermedades, ya que se ha comprobado científicamente que el estrés laboral es tan dañino como por ejemplo el hábito de fumar, la obesidad, un matrimonio infeliz y las metas importantes no alcanzadas.

En particular me refiero al “no comprometido”, que puede ser visto de varias formas como es tanto quien no se involucra en ningún proyecto y se queda como un asteroide dando vueltas alrededor del planeta “trabajo”, como quien cambia de criterio, postura, opinión si hay alguien que es más fuerte o tiene una posición de mayor envergadura, y ahí se deja influenciar, por lo que en realidad nunca se compromete con nada. En el primer caso, no es que no trabaje, ni que deje de realizar las tareas que se le asignan, sino que no tiene iniciativa, no es capaz de generar nuevas ideas de hacer las cosas, de elaborar estrategias diferentes, sino que solo se deja dirigir y trabaja como lo haría un marciano desde su planeta, o sea, con lejanía, sin involucrarse emocionalmente; por lo que tiene una gran incapacidad para la anticipación, para visualizar el éxito y no le interesa ser parte del mismo.

En el caso del no comprometido cambiante, son personas que tienen miedo de equivocarse, de buscarse enemigos o simplemente son cobardes que no han logrado desarrollar estrategias de afrontamiento eficaces ante los que opinan diferente a ellos, y por lo tanto a veces son más peligrosos que los malvados, porque a esos, cuando uno los identifica, se sabe cómo enfrentarlos, pero al no comprometido cambiante es imposible saber con lo que va a salir. Personalmente, tuve un compañero de trabajo de este tipo que además era jefe de un departamento, y su conducta provocaba desasosiego e inestabilidad entre sus trabajadores, porque como dice el refrán; donde decía “digo” después decía “diego”, así que la impresión emocional que daba ese grupo de trabajadores que estaban bajo su mando era como un quienes esperaban que la tierra se abriría bajo sus pies en cualquier momento, y no era para menos, ya que no tenían estabilidad en las actividades a realizar y menos aún podían esperar que su jefe se comprometiera en la defensa de alguno de ellos ante problemas que podían surgir.

Otro virus es el que considera que solo tiene que “hacer el trabajo que le toca”, lo cual entraña no pocos problemas, porque ¿acaso todos los puestos de trabajo tienen un calificador exacto? O es más, ¿tienen un calificador donde se enumeran y explican todas y cada una de las tareas y acciones a realizar? Y aún hago otra pregunta: ¿acaso la vida no es mucho más rica y compleja que lo que un papel dice? De ahí derivo el criterio que el desarrollo de un trabajador depende no solo de cumplir estrictamente lo que le toca hacer y por lo que le pagan, sino el desarrollo se basa en la capacidad de hacer más, de transformar, de tener iniciativas que desbordan lo que los burócratas escribieron, hicieron muchas copias y las repartieron no sin antes ponerle un número, muchas firmas y no pocos cuños. Pero si esto no fuera poco, están los imponderables que aparecen en la vida: tal vez yo no sea la encargada del pantry de mi decano, pero si hace falta puedo llevarle el agua y el café a la reunión que tiene con el ministro, sin que esto disminuya todos los títulos que tengo, porque quien lo tenía que hacer tuvo un problema y se marchó. Pero el que no se sale de su trabajo, de sus funciones es una persona que tiene problemas con la autoestima, y por lo tanto temen que lo subestimen, con lo que se pone en una posición de “acomplejado” tan evidente que provoca el efecto contrario que realmente quiere expresar.

La capacidad de entrelazar tareas que hace un trabajador con las que otro compañero está desarrollando se “sale del trabajo asignado”, pero produce un resultado que beneficia la actividad laboral, lo mismo si ayuda al que está más retrasado, da ideas, y hasta sustituye a la jovencita que acaba de tener un bebé y precisa de ayuda. Pero los que creen que solo deben hacer lo que dice su calificador de perfil laboral son bastantes rígidos, desconfiados y con toda certeza poco estimados por los demás, y con ellos se cumple eso que si no das, no puedes recibir. Y ya basta de virus que podemos infectarnos, por eso les propongo en otra ocasión ver cómo son las vacunas para inmunizarnos.

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