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Martí y las buenas acciones

20 de julio de 2018

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Tu transparencia tangible, 2003 Raúl Santo Serpa Tu transparencia tangible, 2003 Técnica mixta sobre cartulina 71 x 52 cm Colección del artista

“Tu transparencia tangible”, 2003, Raúl Santo Serpa, Técnica mixta sobre cartulina, 71 x 52 cm, Colección del artista

 

José Martí en cartas, trabajos periodísticos, discursos y obras poéticas, y sobre todo en su modo de actuación, evidenció la trascendencia que le atribuyó al hecho de realizar buenas acciones por los hombres y mujeres, y de forma muy específica por los niños.

En su obra El Presidio Político en Cuba, publicada en Madrid en 1871, Martí resaltó que la noción del bien flota sobre todo, y no naufraga jamás.

Cuatro años después en un trabajo en la Revista Universal, de México, en su edición correspondiente al seis de julio de 1875 también precisó que no fuera justo pedir el bien que no pueda hacerse sin menoscabo del benefactor.

En el citado trabajo igualmente afirmó que hacer bien constituía un deber sencillo, que la beneficencia ostenta y alardea, pero que la caridad cumple en silencio.

También en la Revista Universal, en este caso el 12 de octubre de 1875, Martí aseguró: “Es preferible el bien de muchos a la opulencia de pocos.”

Con posterioridad en un trabajo reflejado en La Nación, de Buenos Aires, el 27 de enero de 1884 él manifestó que en verdad quien se siente con fuerzas para hacer bien a los hombres, no tiene derecho al descanso.

En otro de los materiales suyos en esa publicación argentina, en la edición correspondiente al primero de enero de 1887 planteó la siguiente interrogante:

“¿Quién siente mejor la ausencia de un bien que el que lo ha poseído y lo pierde?”

También en su artículo “Maestros ambulantes”, publicado en La América, en Nueva York, en mayo de 1884, Martí precisó con particular significación que ser bueno es el único modo de ser dichoso.

He citado algunos de sus trabajos periodísticos, pero además en cartas dirigidas a sus familiares y amigos Martí hizo referencia al criterio que tenía sobre la importancia de hacer un bien a los demás.

A manera de ejemplo detallo lo expuesto por él en la carta que le escribió a su amigo mexicano Manuel Mercado, fechada en Veracruz el primero de enero de 1877, en la que le planteó que el bien delicadamente hecho, delicadamente será devuelto. Y en otra carta a Mercado el 22 de enero del citado año señaló que el bien que en una parte se siembra, es semilla que en todas partes fructifica.

También en su novela Amistad Funesta resaltó que la bondad es la flor de la fuerza.

Martí le dio mucha importancia al modo de actuación de los hombres y mujeres y en tal sentido señalo que en otro de sus trabajos había expuesto que la generosidad congrega a los hombres y la aspereza los aparta.

En torno al bien y a la bondad igualmente se refirió en otros materiales y en cartas en la etapa final de su existencia. A manera de ejemplo recuerdo lo que le señaló a Carmen Miyares, en carta fechada en Cabo Haitiano el 9 de abril de 1895. Le patentizó: “La bondad es la felicidad…”

Si bien es cierto que Martí trató de influir con la fuerza de su ejemplo y con su prédica en el modo de actuar y de relacionarse los seres humanos en general, puede decirse que esto él trató de manera esencial de trasmitírselo a los niños.

Y por eso no es de extrañar que la trascendencia que tenía hacer el bien y comportarse de forma bondadosa fuera objeto de atención priorizada por Martí en varios de los trabajos, cuentos y poemas así como en las secciones La Última página, que incluyó en las ediciones de la revista La Edad de Oro.

En el cuento en verso “Los Zapaticos de Rosa” describió como una niña se solidariza y le hace entrega de sus zapaticos a otra pequeña desposeída y enferma.

Y en el cuento “Meñique”, Martí igualmente planteó: “Todos los pícaros son tontos. Los buenos son los que ganan a la larga.”

En varias de las secciones identificadas como la “Última Página”, que aparecen en las cuatro ediciones de la revista, él expuso consideraciones muy significativas.

En la sección correspondiente a la segunda edición, que circuló en agosto de 1889, él enfatizó: “Así es la vida, que no cabe en ella todo el bien que `pudiera uno hacer. Los niños debían juntarse una vez por lo menos a la semana, para ver a quién podían hacerle algún bien, todos juntos.”

Y en la tercera edición resaltó que las cosas buenas se deben hacer sin llamar al universo para que lo vea uno pasar y agregó: “Se es bueno porque sí; y porque allá adentro se siente como un gusto cuando se ha hecho un bien, o se ha dicho algo útil a los demás.” Eso es mejor que ser príncipe: ser útil. Los niños deben echarse a llorar, cuando ha pasado el día sin que aprendan algo nuevo, sin que sirvan de algo.”

En varios de los poemas que escribió en diferentes etapas de su existencia Martí igualmente resaltó la importancia que le concedía a la realización de buenas acciones.

Por ejemplo en el vigésimo sexto Verso Sencillo precisó

 

Cuando al peso de la cruz

          El hombre morir resuelve,

          Sale a hacer bien, lo hace, y vuelve

          Como de un baño de luz.

 

Y con respecto a sí mismo había asegurado en otro de los Versos Sencillos, en este caso en el vigésimo tercero.

 

Yo quiero salir del mundo

Por la puerta natural:

En un carro de hojas verdes

A morir me han de llevar.

No me pongan en lo oscuro

A morir como un traidor

¡Yo soy bueno, y como bueno

Moriré de cara al sol!    

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