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Martí visto por el New York Herald

15 de febrero de 2021

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Desde mediados del decenio de los ochenta el prócer cubano fue siendo conocido en varios círculos sociales de la ciudad de Nueva York, en la cual se había establecido a partir de enero de1880. No solo los emigrados cubanos que compartían sus ideales patrióticos pronto supieron de él y poco a poco fueron admirando sus capacidades intelectuales y reconociendo su liderazgo: también los residentes de otras partes de nuestra América fueron apreciando su talento literario y, sobre todo, sus llamados a la unidad de acción de nuestros pueblos sobre la base de los elementos históricos e identitarios compartidos y para defender su soberanía frente a Estados Unidos. Asimismo, periodistas, escritores, políticos y otras figuras públicas de aquella gran urbe fueron fijando su atención en quien se iba convirtiendo en un representante de los pueblos  al sur del continente, región que cada vez más atraía la atención de los mundos de los negocios, de la prensa y de la política, cada vez más interesados en expandir su presencia hacia esos vecinos.

El jueves primero de febrero de 1891 el diario The New York Herald, quizás el más leído en ese momento en la urbe y por los sectores de poder del país, dedicó las dos primeras columnas de su página 24 a la Sociedad Literaria Hispanoamericana de Nueva York fundada en noviembre de 1887. El texto sin forma, se tituló “Our Spanish American Literary Society”  (“Nuestra Sociedad Literaria Hispano Americana”). El anónimo autor la califica como una de las asociaciones más importantes de la ciudad, aunque poco conocida por la mayoría de los neoyorquinos, señala que la componen “los más distinguidos representantes de nuestras hermanas repúblicas del sur que viven en Nueva York” y destaca que un buen número de sus miembros son cubanos.

 

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El artículo del New York Herald explica que los propósitos de la institución eran dar a conocer, particularmente en Estados Unidos, “el espíritu verdadero y los poderosos impulsos para el avance social y político” de la región, así como su literatura “rica y variada, especialmente abundante en obras históricas, científicas y políticas.”

En el escrito se dedica amplio espacio a presentar a un grupo de personalidades significativas de la Sociedad Literaria, comenzando por Martí, quien la presidia desde diciembre del  año anterior, al que describe así: “califica como uno de los mejores lingüistas y el más avanzado intelectual y pensador  de Sur América.” Informa de su labor consular para Argentina, Paraguay y Uruguay, y de que era el delegado de esa última nación a la  Conferencia Monetaria que ya se había inaugurado en Washington. Y añade, en rápida enumeración: “Se le reconoce como el líder del partido revolucionario en Cuba, y es un distinguido abogado, poeta y periodista. Es autor de El Economista Americano y La Edad de Oro y ha traducido al español a Thomas Moore y muchos otros libros en inglés. Su libro Ismaelillo se traducirá pronto al inglés junto con otras de sus obras. Es corresponsal de muchos periódicos de Buenos Aires y México.”

Errores aparte (Martí fue el director  y redactor del mensuario El Economista  Americano y sólo escribió para el diario argentino La Nación y el mexicano El Partido Liberal), el periódico neoyorquino evidencia estar bien informado acerca del Maestro y expresa una valoración adecuada acerca de su significación. Era Martí, pues, persona conocida en la sociedad estadounidense.

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