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Martí, el habanero

28 de enero de 2020

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Primer retrato conocido de Martí, correspondiente a 1865, época escolar.

Primer retrato conocido de Martí, correspondiente a 1865, época escolar.

 

Trece días antes de cumplir los 18 años de edad, el 15 de enero de 1871, José Martí embarcó para Cádiz a cumplir su primera deportación a la metrópoli. No fue aquel su primer alejamiento de su ciudad natal: en fechas indeterminadas entre 1857 y junio de 1859 había estado con sus padres y hermanas en Valencia y en Tenerife; entre abril y diciembre de 1862 acompaño su padre, nombrado juez pedáneo en Hanábana, en la actual provincia de Matanzas; y , en fechas indeterminadas del año siguiente de nuevo Mariano Martí y su hijo se separaron del resto de la familia para residir durante varios meses de 1863, en Honduras Británica, hoy Belice, en la América Central.

De este modo, puede afirmarse que Martí pasó en La Habana la mayor parte de su infancia y adolescencia, alrededor de unos quince años probablemente. Por tanto ese período inicial de su corta vida, formador de rasgos importantes de su personalidad y carácter, transcurrió en la capital cubana.

 

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Recordemos que nació en la zona portuaria, en la calle Paula número 45, hoy con el nombre de su madre, Leonor Pérez con el número 314, en una humilde casita convertida en museo desde el siglo pasado. Allí también vio la luz su primera hermana el 29 de julio de 1854: Leonor, a la que apodaron La Chata. Aquel era un barrio de mucho movimiento por la carga y descarga de los barcos anclados en la bahía, con almacenes y pequeños comercios, cuyos residentes eran gente de no altos ingresos y por donde transitaban esclavos domésticos y los que transportaban las cargas, marineros y soldados como su padre, todo tipo de personas, en fin, relacionadas con el puerto, y de donde, de manera creciente se iban alejando las residencias de la gente adinerada .

En 1856 sabemos que hubo tres mudadas de vivienda: en julio radicaba la familia en Merced número 40, después en Ángeles número 56 y a finales del año en el barrio de El Templete. Posteriormente habitaron en las calles Industria, Jesús Pregrino, Refugio, Peñalver, San José y San Rafael, todas en lo que hoy llamamos Centro Habana, zona entonces por donde se expandía con rapidez la ciudad tras el derribo de las murallas. Y sabemos que en 1868 la familia se mudó a Marianao, por entonces un poblado cercano a la capital, y que Martí solía quedarse con frecuencia en las casas de Rafael María de Mendive, en el Paseo del Prado, donde también funcionaba su escuela, y en Guanabacoa, donde su maestro solía pasar los fines de semana y las vacaciones escolares.

Esos tantos cambios de residencia obedecían quizás a los traslados laborales de su padre o a la adecuación de la cada vez más extensa familia necesitada de mayor espacio y a las dificultades de Mariano Martí para sostenerla. Recuérdese que hasta la marcha forzosa del hijo varón a España, nacieron ocho hermanas, dos de las cuales fallecieron de niñas.

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Retrato de Martí en México, 1875. Tomado por Valleto y Cía., Primera de San Francisco No. 8.

Por dos momentos más residió Martí en La Habana. Entre el 6 de enero y el 24 de febrero de 1877, cuando con el nombre Julián Pérez, viajó desde México para gestionar el traslado de toda su familia, antes de ir él a residir a Guatemala. Y el 31 de agosto de 1878 arribó de nuevo con su esposa, Carmen Zayas-Bazán, en avanzado estado de gestación. El habanero volvía a su ciudad con las experiencias de sus estudios en España y de sus estancias en dos países independientes de la que ya llamaba nuestra América, donde alcanzó prestigio intelectual por sus publicaciones periodísticas y sus libros, su oratoria y su labor profesoral. Ya es un joven con familia propia, pues su hijo nació el 22 de noviembre de 1878, y ahora en la capital cubana se da a conocer mediante una intensa vida pública: se ocupa en bufetes, ejerce como maestro, publica algunos textos y su palabra apasionada en charlas, conferencias y debates lo convierten rápidamente en personalidad apreciada en los ambientes intelectuales. Al mismo tiempo, realiza una intensa actividad conspirativa durante los preparativos de la que pasaría a la historia como la Guerra Chiquita, al punto de que es reconocido como uno de sus dirigentes en La Habana.

La ciudad a la que regresa se ha extendido durante su ausencia y aumenta su dinamismo luego del fin de la Guerra de los Diez Años. Fija residencia inicial en las afueras, en la calle Tulipán, hacia donde se ensanchaba entonces la barriada de El Cerro, y posteriormente se muda a Amistad entre Nepturo y Consulado, en el concurrido y animado centro de la capital, a unas cuadras de la vieja Habana, por donde transita hacia sus lugares de trabajo.

Sin embargo, el 25 de septiembre de 1879, trece meses después de su arribo, parte Martí deportado hacia Santander, en España, en condición de preso, luego de ser detenido por sus labores conspirativas contra la dominación colonial. Ya nunca retornó a La Habana, la ciudad de 500 años donde se formó como hombre, como cubano, como patriota, y donde se le rinde tributo permanente como el mejor y más universal de sus hijos.

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