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Martí debate con el anarquismo

22 de abril de 2022

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S/T, 2000 Vicente Rodríguez Bonachea (La Habana, 1957- 2012) Graduado de la Escuela Nacional de Bellas Artes de San Alejandro. Premios más importantes: Premio de Dibujo Salón de la Ciudad, La Habana 1982; Tercer Premio Concurso NOMA, Tokio, Japón, 1988; Tercer Premio Salón Nacional de Ilustración, 1990. S/T, 2000 Acrílico y óleo sobre lienzo 145 x 97 cm

S/T, 2000, Vicente Rodríguez Bonachea, Acrílico y óleo sobre lienzo, 145 x 97 cm

 

La doctrina anarquista se había extendido por las agrupaciones de trabajadores en Cuba, a impulsos de sus crecimientos en España. Buena parte de los que intentaban organizar a los obreros en la colonia a finales del siglo XIX eran españoles anarquistas establecidos en la Isla, y entre los sectores de trabajadores cubanos en Tampa y Cayo Hueso era frecuente encontrar seguidores de esta doctrina.

El 19 de marzo de 1892 Martí publicó en Patria un texto cuidadosamente elaborado en la que debate con una idea central del anarquismo: su repudio a la política por estimar que esta era siempre un mecanismo de la burguesía, ajeno por tanto a los intereses de los obreros. Vencer esa resistencia y ganar el apoyo de los anarquistas, incluidos los nacidos en la metrópoli, fue aspecto de la estrategia martiana en su labor de unidad frente al dominio colonial para alcanzar la independencia de Cuba. “La política” es el título de ese texto, que resulta una lección magistral de su capacidad argumentativa para sostener la unidad libertadora de los sectores diversos de la vida cubana.

Con el relato de la idea expresada por un asistente a un acto patriótico en la emigración comienza el texto. A todas luces fue aquel suceso vivido por el propio Martí, quien no identifica fecha, ni lugar, ni nombres. Pero sí aclara  que el público era “de pelear, que oye con los ojos y los oídos, y tiene al pie de la frase la réplica contundente.” En dos palabras: eran personas acostumbradas al debate de ideas. Y cierra el párrafo inicial repitiendo la aprobación expresada al orador por “un joven mulato de vibrante voz”, que dijo “la política es el deber de hijo que el hombre cumple con lee seno de la madre; la política es el arte de hacer felices a los hombres.”

Tras esa anécdota, señala que el colonialismo afronta la política revolucionaria fomentando “en nuestros reformadores generosos y  en nuestras casas de trabajo el odio a la política. Define: “Política es el estudio de los diversos métodos de vida común que ha discurrido o pueda discernir el hombre.” Aclara que política son la aristocracia, la democracia, el zarismo y la anarquía, “que en mucho corazón ferviente es el título de moda de la aspiración santa y confusa a la justicia, y en manos del gobierno español, que echa anarquistas por todas partes, es un habilísimo instrumento.”

Por eso llama a sus seguidores a que si ellos “procuran el bien mayor de un grupo de hijos del país” tal deseo “no puede ser superior al deber de procurar el bien de todos los hijos del país.” Y han de apoyar la guerra para obtener gobierno propio y “justicia para todos.” Y aclara: “¡Que hay que librar otras batallas sanas y  vitales! Pues primero es ensanchar las condiciones del combate, para poderlo librar más fácilmente.”

La palabra martiana prendió: muchos anarquistas se sumaron a los clubes del Partido Revolucionario Cubano y no fueron pocos los que pelearon y murieron en el Ejército Libertador para alcanzar la patria libre, la república martiana de paz, trabajo y justicia.

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