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María Zambrano

27 de noviembre de 2015

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María Zambrano durante su estancia en Cuba

 

El caso de la malagueña María Zambrano, nacida en 1904, es el de una mujer cuyo talento y disciplina de estudios la llevaron a superar las barreras impuestas por su época. A esto contribuyó el hecho de ser hija de pedagogos y que su padre fuera hombre de ideas progresistas y estrechos nexos con la intelectualidad española.
Arriba a La Habana en 1936. De aquella visita data su primer encuentro con José Lezama Lima. Ella tiene 32 años y el habanero Lezama 26, pero existe concordancia de apetencias literarias y surge una amistad duradera, sustentada en recíproca admiración. María aprovecha para dictar una conferencia sobre la filosofía y personalidad de Ortega y Gasset, y poco después prosigue viaje hacia Panamá, camino de Chile.
Por la fecha, España se desangra en guerra civil. María milita con los republicanos y afronta los peligros que ello implica. Ella, que andaba por América, regresa a España en 1937, para apoyar en las guarderías infantiles e impartir clases. Vislumbrando el final de la república, toma camino nuevamente hacia América.

 

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En ruta hacia Nueva York se detiene en La Habana. Es el año de 1939 y se reencuentra con Lezama, da conferencias en el Lyceum Club del Vedado, desarrolla una actividad intelectual intensa entre amigos que se disputan su presencia y le brindan solidaridad.
A continuación partirá rumbo a México, a impartir clases en las universidades de la nación azteca, donde afianza lazos con Alfonso Reyes y con el poeta León Felipe que aunque español, vive allí exiliado. Pero puede asegurarse que a María le gusta La Habana, porque el 1ro de enero de 1940 está de nuevo en la ciudad, invitada a impartir un curso en la Universidad. Se suma además al grupo de Lezama que redactaba entonces la revista Espuela de plata y que después fundaría la revista Orígenes.

 

María Zambrano en el Aula Magna de la Universidad de La Habana. Septiembre de 1943

María Zambrano en el Aula Magna de la Universidad de La Habana. Septiembre de 1943

 
Participó también en la Conferencia sobre Cooperación Intelectual que tuvo por sede a La Habana y viajó a Puerto Rico, pero regresó a la capital cubana, donde supo de la muerte de la madre, en 1946, un hecho que la llevó a atravesar el Atlántico rumbo a su patria.
Cuando volvió al continente americano pasó una larga temporada en Cuba, donde vivió entre 1949 y 1953. Que sepamos, su última estancia cubana fue breve, en 1954, acompañada por su hermana Araceli.
El poeta cubano Eliseo Diego la recordaba así:

Cruzadas las piernas, blanca la falda, negro el elegante chalequito escogido para hoy, en la mano su larga boquilla. Aguarda a que Lezama termine una vasta disertación para refutarlo con tanta lucidez como cariño.

Murió en 1991. Antes alcanzó el Premio Príncipe de Asturias en 1981 y el Premio Miguel de Cervantes en 1988, lo cual da una idea de su contribución a las letras españolas.

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