ribbon

María Valero

9 de agosto de 2017

|

 

1387406001_359b0c827d

María Valero nació en Madrid y llegó a Cuba a finales de 1939, después de servir como enfermera de las tropas republicanas en la guerra civil de su país. Tenía una experiencia actoral considerable y su debut cubano tuvo lugar en la emisora Radio O‘Shea, pero pronto pasó a Radio Lavín, también en La Habana. María era una actriz de magnífica dicción, con el atractivo acento de los peninsulares, estudiosa y capaz de encarnar roles disímiles.

De sus valores no solo se percató el público radioyente, también los empresarios. Promovió rápidamente a papeles estelares y ganó popularidad en una época en que la televisión todavía no existía en Cuba y la radio entraba sin competencia en los hogares.

Por cuatro ocasiones consecutivas conquistó María el galardón conferido por la Asociación de la Crítica Radial a la actriz más destacada del año; se le proclamó además como Primera Dama de la Radio Cubana.

La española realizaba nada menos que tres audiciones diarias, en los espacios La novela blanca, Un grito en la noche (ambos en la tarde) y El derecho de nacer (nocturno). Muy pocas podían por aquellas fechas equipararse en popularidad con María Valero.

El jueves 25 de noviembre de 1948 terminó su actuación nocturna y se dispuso a dar un paseo por el Malecón, para ver el cometa que por entonces tanto se anunciaba. Invitó para que la acompañaran a una pareja de amigos y entre los tres pasaron un rato divertido hasta entradas las horas de la  madrugada.

A las cuatro y treinta, iluminada la ciudad solo por los anuncios de neón y los faros de los automóviles, un vehículo conducido por un borracho irresponsable los embistió al cruzar la Avenida del Puerto. Solo María murió, arrastrada varios metros por el automóvil zigzagueante a exceso de velocidad.

La noticia se conoció de inmediato y el día 26 la capital amaneció enlutada. Alrededor de 15 mil personas aguardaban la llegada del cadáver al Cementerio de Colón y la programación radial dedicó sus espacios a rendir tributo a la actriz. Solo el sepelio de Rita Montaner, diez años después, fue tan sentido como aquel.

Tal vez ninguna otra artista foránea ganó en Cuba una aceptación tan generalizada y rápida como la Valero. A ello contribuyó, lógicamente, el hecho de radicarse en el país, pero sobre todo su talento, profesionalidad y simpatías.

Galería de Imágenes

Comentarios