Manuel Ugarte
13 de diciembre de 2017
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Manuel Ugarte es considerado uno de los escritores que con más ahínco destacó los peligros que sobre las naciones latinoamericanos entrañaba la política expansionista y hegemónica de Estados Unidos, fue un escritor marcadamente antiimperialista y un conferenciante de pensamiento luminoso que desarrolló su hacer a través de un largo itinerario por las naciones de América Latina.
Apoyó de un modo decidido la insurgencia del general nicaragüense Augusto César Sandino. Entonces expresó: “El general Sandino ha puesto en acción el pensamiento que yo defiendo desde hace veinte años”. Esta frase revela su pensamiento y clamor constante en defensa de las naciones latinoamericanas.
Nació en Buenos Aires el 27 de febrero de 1875, dentro de un hogar de buena posición, hizo estudios, fue un lector voraz, conocedor de idiomas, interesado desde la adolescencia por la sociología y la filosofía. Fue un hombre de mundo, pues estudió en París, repudió la intervención norteamericana de Estados Unidos en la guerra que libraba Cuba por su independencia, en 1898, e inició su acercamiento al pensamiento socialista. Viajó a Norteamérica, estudió la historia de esa nación y allí percibió su vocación expansionista. Cuando llega a Cuba en noviembre de 1911 es una figura conocida de la intelectualidad de habla española. En esta Isla inicia su periplo continental, que pretende tomar el pulso por sí mismo de la realidad que viven estos pueblos.
En Cuba se le rinde homenaje en el hotel Sevilla. El narrador Jesús Castellanos ensalza su obra. Dictó conferencias, suscitó controversias –unos a favor, entre estos los estudiantes; otros en contra–. Ugarte queda impresionado por la influencia norteamericana en los destinos cubanos, de la cual participan los sectores de mayores ingresos, en tanto se resienten los más empobrecidos. Aunque hoy olvidado, mucho se habló de él entonces. De La Habana embarcó hacia la República Dominicana, para continuar su andar latinoamericano.
La carrera ulterior de Manuel Ugarte confirmó su vocación, tanto la literaria como la sociopolítica, una y otra enlazadas. Casi legendario llegó a ser su nombre. En 1914, a instancias suyas, se creó la Asociación Latinoamericana, contraria a la intervención norteamericana en México.
Al final de su vida se estableció en Niza, Francia, donde murió el 3 de diciembre de 1951. Algún tiempo después sus restos fueron repatriados a Argentina.
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