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Manuel Elkin Patarroyo

7 de junio de 2013

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Manuel Elkin Patarroyo

Sucede que, en ocasiones, personas con méritos extraordinarios, benefactores de la humanidad, lumbreras del saber, son escasamente conocidas. Ello puede aplicarse al  inmunólogo colombiano Manuel Elkin Patarroyo, Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 1994.
El doctor Patarroyo visitó  Cuba en ocasión de entregársele la Orden Carlos J. Finlay, que es la más importante distinción científica cubana, en julio de 1995. Entrevistado entonces (el 10 de julio) por Luis Báez para los servicios de la Agencia Prensa Latina, expresó:
“Me inspira una profunda admiración que en Cuba exista una política de Estado respecto de la ciencia y que alguien como Fidel Castro hubiese entendido su importancia desde el triunfo de la Revolución a la temprana edad de 33 años”.
Manuel Patarroyo hizo los estudios en Santafé de Bogotá y en 1971 se graduó de doctor en Medicina y Cirugía en la Universidad Nacional de Colombia. Con posterioridad cursó estudios complementarios de postgrado y se especializó en Inmunología en la Fundación Rockefeller de Bogotá, la Universidad de Yale, la Universidad Rockefeller de Nueva York, el Hershey Medical Center Penn, de Estados Unidos y en el Instituto Karolinska de Estocolmo, por lo que pronto ganó prestigio internacional y ejerció de profesor en la Universidad Rockefeller.
Los mayores resultados los tuvo en el campo de la investigación. Ya en 1978 identificó un marcador genético asociado a la fiebre reumática y pese a las muchas ofertas, decidió establecerse en su país, Colombia, y desde allí continuar sus investigaciones, aceptando las funciones de experto consultor de la Universidad Rockefeller en tanto impartía clases en la universidad colombiana, donde sus responsabilidades han sido cada vez mayores.
Un hito en su quehacer lo fue el descubrimiento en 1986 por el equipo bajo su dirección, de una vacuna sintética contra la malaria. El antídoto, conocido como SPF66 (Synthetic Plasmodium Falciparum), genera la creación de los anticuerpos que bloquean el ataque a los glóbulos rojos y fue tal su trascendencia que en 1990, la Academia Nóbel de Suecia le otorgó el Premio a la Excelencia en la investigación latinoamericana. En Alemania se le entregó el Premio Robert Koch.
Muy recientemente, en 2008, diseñó un nuevo diagnóstico para la detección del cáncer de útero a partir de una gota de sangre. Tal es, sucintamente, el quehacer del ilustre científico que en 1995 recibió la Orden Carlos J. Finlay, de Cuba.

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