Manuel Altolaguirre
12 de agosto de 2020
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Manuel Altolaguirre llegó a La Habana en abril de 1939, con la esposa y la hija de ambos, Paloma, de solo tres años. ¿Motivos? Bueno, pues el conflicto civil interno en España, que convierte a muchos intelectuales antifascistas en trotamundos involuntarios. Al abandonar su España, Altolaguirre se dirige primero a Inglaterra; después, Atlántico de por medio, hacia Cuba.
“Húmedo por la lluvia —y estas son palabras de Nicolás Guillén—, todavía deslumbrado por los relámpagos; ensordecido aún por el trueno; envuelto en el gran soplo dramático de la tempestad europea, he aquí a Manuel Altolaguirre, andaluz y español —vale apuntar ambas cualidades— recibiendo a rostro pleno el sol cubano, tantas veces entrevisto por él desde su Málaga natal, sumergida también en la misma blanca luz de nuestra Isla”.
En la capital cubana Altolaguirre halló viejos amigos y descubrió otros nuevos. Dicta conferencias. El 30 de abril, fecha de la primera, lo presenta Nicolás Guillén con estas palabras:
“Más que poeta puro, puro poeta, Altolaguirre es tan lírico en su obra como en su vida, que ambas hállanse traspasadas y unidas por un mismo hilo musical”.
El visitante dialoga sobre “El poeta Garcilaso de la Vega”. Destaca cómo los últimos centenarios de Garcilaso están ligados a dos fechas significativas: el de 1836 al nacimiento de Gustavo Adolfo Bécquer; el del siglo XX, al fusilamiento de García Lorca.
La segunda conferencia, el 18 de junio de 1939, va antecedida de las palabras de Fernando Ortiz.
Altolaguirre, con 34 años a la sazón, se destacó en un oficio que conocía al dedillo: el de tipógrafo impresor. En el taller La Verónica, de La Habana, instaló los equipos, tintas y prensa y con sus propias manos dio forma a la colección “El ciervo herido”, con la cual alcanzó a editar más de 100 títulos diferentes, el primero de ellos, Versos Sencillos, de José Martí, en tanto de su cosecha publicaba los cuadernos Nube temporal y La lenta libertad.
Al cabo de su laboriosa estancia cubana, Manuel Altolaguirre marchó a México para de nuevo sorprender en el país azteca como productor cinematográfico, al lado de un realizador de la talla de Luis Buñuel, con quien trabajó.
Manuel Altolaguirre es uno, entre tantos, de los muchos ejemplos de españoles de las letras que se detuvieron en Cuba, trabajaron en ella y aquí dejaron su huella.
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