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Luisa María Morales

29 de diciembre de 2017

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Una vez que terminamos de publicar en esta sección la gran mayoría de las epístolas que figuran en nuestro libro Ernesto Lecuona: cartas, procedemos a incluir en De Ayer y de Siempre muchas de las notas biográficas publicadas al final de la obra.

Ellas tienen como objetivo informar a los lectores quiénes son las personalidades citadas en las cartas.

 

Luisa María Morales Ruiz (La Habana, 1912-1973). Cantante y actriz. A los quince años de edad finalizó los estudios de piano en el Conservatorio Nacional, dirigido por Hubert de Blanck. A principios del decenio del veinte empezó a recibir clases de canto de Tina Farelli y Arturo Bovi.

Sus comienzos como profesional tuvieron lugar al 26 de junio de 1925, cuando al celebrarse el cuadragésimo aniversario de la fundación del conservatorio de De Blanck se tributó un homenaje a este, en el teatro Nacional. Fue en tal oportunidad que Ernesto Lecuona la acompañó por primera vez al piano. El 18 de noviembre del mismo año subió de nuevo al proscenio de ese coliseo y cantó en un concierto de música cubana, secundada por Roig y la Sinfónica de La Habana.

El 6 de junio de 1926 efectuó en el Nacional su primer recital al lado de Ernesto Lecuona. A partir de ese momento participó en sus programas de música típica, primero, y más tarde en sus obras teatrales, sin rechazar ofertas de distintas empresas para actuaciones operísticas.

La Morales actuó el 26 de enero de 1927 en Payret durante uno de los conciertos de Beniamino Gigli, tenor del Metropolitan Opera House, para los miembros de la sociedad Pro-Arte Musical. Y en una temporada de ópera que el empresario italiano Adolfo Bracale hizo en el teatro Nacional, encarnó, el 14 de mayo de 1927, la Micaela en una representación de Carmen, de Georges Bizet, protagonizada por Hipólito Lázaro, la mezzosoprano Aurora Buades y el barítono Luigi Borgonovo, bajo la dirección orquestal del maestro Guglielmo Soriente. A mediados de 1927 se presentó en el hotel Alamac, de Nueva York, en conciertos dirigidos por Lecuona.

Con el barítono Alberto Márquez cantó la opereta Mam’zelle Nitouche, de Florimond Hervé, el 21 de abril de1928 en el Nacional, escenario al que volvió el 11 de diciembre de ese año para brindar un recital. Pro-Arte Musical la contrató para el estreno en Cuba, el 12 de diciembre de 1929, de L’amico Fritz, de Pietro Mascagni, en el Auditórium, con el tenor Dino Borgioli y la dirección de orquesta a cargo de A. Bovi. Interpretando obras vocales de Manuel de Falla y Ernesto Halffter, en ese teatro apoyó el 5 de junio de 1930 al intelectual español Adolfo Salazar en la ilustración de su conferencia «El momento actual de la música española».

Incorporó el rol titular de Marina el 12 de julio de 1932, en Payret, al organizarse una función dedicada a su autor, Emilio Arrieta, bajo la dirección musical de Severo Muguerza. El 5 y 9 de mayo de 1933 retornó al Nacional y asumió el rol principal (hasta aquí debe quedar así) de Madama Butterfly, de Puccini, cuya dirección musical desempeñó Ethel Leginska al frente de la Orquesta Filarmónica de La Habana.

Su debut en las producciones del arte lírico criollo fue en María la O el 13 de febrero de 1932 en el Payret, donde por esos días se celebraba un festival dedicado a Ernesto Lecuona por sus Bodas de Plata con la música. Para tal oportunidad el maestro escribió el «Gran dúo» de esta zarzuela, que estrenaron la Morales y el tenor asturiano Marcelino del Llano. El 7 de marzo del siguiente año interpretó El conde de Luxemburgo, de Franz Lehár, en Payret, con el cantante y actor español Roberto Rey.

A México llegó en noviembre de 1933 —junto con la mezzosoprano Tomasita Núñez— para compromisos que Lecuona tenía en la emisora XEB, del Distrito Federal. En enero del siguiente año, ambas integraron la compañía lírica que él formó con artistas mexicanos y cubanos para presentar algunas de sus zarzuelas y revistas en el teatro Iris y luego en una gira por ciudades de aquel país.

Tras terminar sus responsabilidades con Lecuona y unirse en matrimonio a Francisco Carballido, la Morales permaneció en México varios meses. Por la emisora XEFO hizo Cavalleria rusticana, de Pierto Mascagni, y La viuda alegre, de Lehár; trabajó en el Politeama María Conesa, Antonieta Lorca y Agustín Lara y su orquesta, entre otros; se incorporó a unos festivales para celebrar las doscientas representaciones en suelo mexicano de la revista española Las leandras, de Francisco Alonso; protagonizó el filme Madre querida (1935, Dir.: Juan Orol); intervino en el largometraje Martín Garatuza (1935, Dir.: Javier Soria), e integró las compañías de Roberto Soto y Joaquín Pardavé. Como miembro de esta última se presentó durante una función benéfica en el Palacio de Bellas Artes en una puesta en escena de la revista El proceso de la canción, de Carlos Ortega y Tirso Sáenz.

De vuelta a La Habana, reapareció el 2 de agosto de 1935 en la radioemisora CMQ y, al siguiente mes, se sumó en el Martí al elenco de la compañía Suárez-Rodríguez. Con este colectivo debutó el 27 de septiembre en el rol titular de la zarzuela Cecilia Valdés. Después hizo María Belén Chacón, La hija del Sol, El clarín, La Habana de noche, Amalia Batista… El 29 de agosto de este año participó en un concierto de la Orquesta Filarmónica de La Habana, dirigida por Amadeo Roldán, en la Arena Cristal.

La crítica de Puerto Rico y República Dominicana juzgó con entusiasmo los recitales que en 1937 diera la Morales en escenarios de ambos países. Otra vez en La Habana retomó sus labores radiales, y el 14 de agosto de 1938 cantó Marina, con Hipólito Lázaro, en el Nacional.

Intervino en 1939 en la película cubano-mexicana Siboney (Dir.: Juan Orol), y en 1940 integraría la compañía lírica de Augusto Ordóñez, con la cual interpretó La Dolorosa, de José Serrano.

Incorporada otra vez a los espectáculos de Ernesto Lecuona, entre 1941 y 1942 participó en el Principal de la Comedia en temporadas del maestro. En ellas protagonizó El cafetal, María la O; Los gavilanes, de Jacinto Guerrero, y Eva, de Franz Lehár, y estrenó Cuando La Habana era inglesa (L.: Antonio Castells y Francisco Meluzá Otero / M.: E. Lecuona). Fue una de las personalidades invitadas a actuar en al homenaje que la Corporación Nacional del Turismo rindiera el 22 de febrero de 1943 en el Auditórium a Moisés Simons, Ernesto Lecuona y Eliseo Grenet.

El 24 de marzo de 1943 cantó Tosca, de Puccini, en el teatro América, de La Habana, con Carlo Morelli y Francisco Naya. Estuvo entre las figuras invitadas al concierto de música cubana que el 10 de octubre de este año preparó Lecuona en el Carnegie Hall, de Nueva York. Entre 1944 y 1945 cantó en el Principal de la Comedia Los gavilanes, La leyenda del beso, Luisa Fernanda, El conde de Luxemburgo, La Dolorosa y La del Soto del Parral.

Durante el resto de la década del cuarenta y en toda la del cincuenta mantuvo su actividad profesional. Colaboró en programas radiales, televisivos y en conciertos de Lecuona. Se retiró del arte en 1959. A la que fue una de las más singulares intérpretes de su obra, el maestro dedicó las canciones Pavo real, Vestal serena, Madrigal, La hermana, Funeral, Amor y Aquellos besos.

El periodista y escritor Arturo Ramírez calificó la voz de Luisa María Morales de «…extensa y poderosa, de bello timbre, cálida, fácil y adecuadamente emitida. Los centros, llenos y vibrantes; los agudos, precisos, netos, limpios, sin un parpadeo. ¡Una real plenitud vocal!».

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