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Luis Carbonell o el arte de la declamación (I)

10 de junio de 2022

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LUIS CARBONELL

 

Recordaremos hoy a un artista esencial, único e irrepetible en la historia de la cultura cubana: el declamador, pianista y repertorista Luis Mariano Carbonell Pullés, quien nació en 1923 en Santiago de Cuba y falleció en La Habana durante el 2014.

En su ciudad natal, Luis Mariano estudió piano con Josefina Farré Segura, aprendió inglés y fue profesor de ese idioma. A los quince años de edad, integró la nómina de la radioemisora CMKC. Allí se desempeñó como pianista acompañante, director artístico y cultivó el arte de la recitación, al mismo tiempo que actuaba en los teatros Oriente y Cuba. Una de sus experiencias más importantes asociadas a tal etapa sucedió en 1943, cuando en la santiaguera Iglesia de San Francisco dijo el poema A la Caridad del Cobre, de Manuel Sabater, en el transcurso de una actuación del mundialmente célebre tenor español Hipólito Lázaro.

 

 ….no tuve a nadie que me enseñara. Fui aprendiendo sobre la marcha y desarrollando mi propia técnica. Hoy en día poseo una que puedo desmenuzar y explicar, o sea, que es una verdadera técnica. Primero me leo miles de veces un poema antes de estudiarlo, porque solo así se puede llegar a sentir su verdadera esencia, a familiarizarse con ella. Luego voy recitándolo mentalmente y lo repito incansablemente. Más tarde comienzo a articular verso por verso, sílaba por sílaba. Primero las vocales, que son las que forman la articulación de las palabras, porque las consonantes aquí no tienen ningún valor. Primero se articula fríamente, sin acento, sin matices, sin prisas. Lo primero es tener una gran paciencia para poder decir el verso. Se articula una y otra vez, suavizando poco a poco la mandíbula.[1]

 

En busca de un mejor horizonte, a mediados de 1946 viajó a Nueva York, donde trabajó en una joyería. Pero su irrefrenable vocación artística lo llevó a presentarse en veladas familiares, la Casa Galicia y los clubes Internacional y Tropicana como pianista acompañante o recitador, e incluso en ambas modalidades en un mismo programa, al lado de prestigiosas figuras, entre ellas la declamadora Eusebia Cosme.

Al siguiente año coincidió en Nueva York con Esther Borja y Ernesto Lecuona, a quien en una fiesta íntima impactaron la buena dicción, la entonación exacta, el gesto preciso y el original estilo del novel artista en sus interpretaciones de la poesía afroantillana. Mediante el apoyo y recomendaciones del maestro —que anticipándose a muchos lo conceptuó entonces «un genio de la poesía negra» —el 20 de diciembre de 1947 Luis Carbonell daría en Estados Unidos su primer paso profesional de relevancia al ser entrevistado y actuar en un programa especial de la NBC transmitido a todo el continente americano.

Además, gracias a Lecuona, conoció asimismo a la artista puertorriqueña de mayor popularidad en aquellos momentos en Norteamérica: Diosa Costello, que en febrero de 1948 lo incluyó una semana en su espectáculo en el teatro Hispano. En respuesta a las incontables demostraciones de admiración que recibiera en aquellos días de la colonia latina de Nueva York, el 11 de marzo de 1948 ofreció su recital de Poesía Afroantillana en el Carnegie Hall, en el cual declamó textos de los cubanos Nicolás Guillén, Emilio Ballagas, José Zacarías Tallet, Félix B. Caignet, Rafael Esténger, Vicente Gómez Kemp y Raúl Vianello, del puertorriqueño Luis Palés Matos, el venezolano Manuel Rodríguez Cárdenas y los españoles Federico García Lorca y Alfonso Camín.

Un periodista del rotativo neoyorquino América en Marcha afirmó en aquella fecha: «Llegar al Carnegie Hall cuando no media otro motivo de impulso que las magnificencias de un arte incomparable, significa un triunfo, y Luis Mariano Carbonell puede decir que se ha anotado un triunfo, que ha puesto una pica en Flandes, al llevar el verso antillano, en la voz varonil, hasta los espaciosos salones del Carnegie Hall. La meta de los triunfos artísticos».

Avalado de ese éxito, regresó a Cuba en los últimos meses de 1948. El 27 de enero de 1949 debutó en los espectáculos que dirigía el actor y productor argentino Adrián Cúneo en el cine-teatro Warner (actual Yara), en los cuales obtendría un triunfo extraordinario y empezó a acompañar sus declamaciones con instrumentos musicales, cantantes y bailarines. Según el intelectual Reynaldo González «[…] Sus manos ofrecían una novedosa expresividad al recitar, pero también ganaban la resonancia del piano con una ligereza y un oficio insólitos; su acendrado paladeo de la música ayudaba a sus presentaciones. Traía en la voz algo de bongosero tradicional, decantado por un refinamiento criollo, la flexibilidad de lo vivido y asumido. Sonaba distinto. Era inimitable».

Sus éxitos primarios en la patria los reiteró el 25 de febrero de 1949 al estrenarse el programa radial «De fiesta con Bacardí», del Circuito CMQ, espacio en el que se mantuvo casi siete años y consolidó su prestigio a escala nacional. En su primera actuación ante esos micrófonos surgió un calificativo que generalmente aún lo identifica «El Acuarelista de la Poesía Antillana». Desde entonces, tuvieron en su voz un intérprete insuperable estampas de los cubanos Félix B. Caignet (Coctel de son y Me voy de flirt), Jorge González Allué (Los quince de Florita), Rafael Sanabria (Espabílate, Mariana), Arturo Liendo (Igual que el Niño Valdés y María, Carmen y Cuca), Alvaro de Villa (Mi Habana), Enrique Núñez Rodríguez (La alergia), Francisco Vergara (Se lo dije a Caridá y Yo quiero ser comparsera), Roberto Díaz de Villegas (Refajo marañón), Emilio Ballagas (El agua medicinal y En trance); Antonio Castells (Ilusión de abuela), del puertorriqueño Fernando Vizcarrondo (¿Y tu agüela, a’onde e’tá?), el brasileño Jorge de Lima (Esa negra Fuló)…

A lo largo del tiempo, compartiría aplausos en «De fiesta con Bacardí» con la mayoría de los más renombrados artistas criollos y figuras y agrupaciones de prestigio internacional: Josèphine Baker, Jorge Negrete, Pedro Vargas, Nini Marshall, Luis Sagi Vela, la actriz y cantante española Paquita Rico, el conjunto folklórico vasco Los Xey y el trío mexicano Los Panchos… En octubre de 1949, el entusiasmo de los espectadores hacia el arte de Luis Carbonell concitó otro momento de singular interés al presentarse en el teatro América en un espectáculo de Ernesto Lecuona en el que participaban, además, Sara Escarpanter, Olga Guillot, Orlando de la Rosa y Carlos Barnet.

 

(CONTINUARÁ….)

 

[1] El arte de Luis Carbonell. Selección y prólogo Radamés Giro. Ediciones Museo de la Música. La Habana, 2013.

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