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Luciano «Chano Pozo» Algo más que una leyenda del tambor (V)

18 de abril de 2014

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Chano Pozo with Dizzy Gillespie -frontAutorizadas opiniones han considerado a Manteca como la más antológica y emblemática joya del latin jazz llevada a un soporte fonográfico, en especial por el innegable papel protagónico que ayudó al  vuelco total experimentado por la sonoridad y rítmica del latin jazz.
Con una fuerte acometida y de manera aplastante, esta pieza por décadas ha sido  incorporada en el repertorio de importantes jazzmen, tanto para su inserción en el mundo del espectáculo, como en el complejo recurso discográfico de diferentes latitudes.
No sería hasta el 30 de diciembre de 1947 en que Chano grabaría Manteca para las anheladas etiquetas negras del sello RCA Victor (RCA-20-3023-A), junto a la banda de Gillespie en un trascendental programa de grabaciones que atrapó además, notables piezas de bop como Good Bait, Ool-Ya-Koo, y Minor Walk.
A partir de entonces toda la gloria del jazz latino quedó rendida a los pies de Chano, importantes circuitos cultores de la música como el Carnegie Hall, Town Hall, reconocidos programas radiales de Estados Unidos, incluso acelerados y exitosos periplos por importantes plazas artísticas europeas, que culminaron de manera brillante en la histórica Sala Playel de Paris, escenario donde Chano grabó nuevamente en vivo la Afrocuban Suite con sus dos excitantes partes tituladas Cubana Be, Cubana Bop, y que llevaron entonces al singularísimo conguero cubano a la ambicionada cima de las grandes estrellas del jazz.
Como un asunto primordial, estas acciones en gran parte determinaron a que importantes boppers norteamericanos, pretendieran inesperadamente atraerlo sus respectivas bandas  para grabar con él; entre otros, el formidable Milt Jackson con su célebre y ya casi mítico quinteto, con quien el tumbador cubano llevó a discos en la ciudad de Detroit alrededor de 1948 las piezas de jazz Baggys Blues y Baggis eyes.  Inesperada, resultó también la propuesta para trabajar del gran saxofonista James Moody junto a sus Bop Men, agrupación con la que Chano Pozo llegó a hacer una recordada sesión de grabaciones para el valioso y autorizado sello discográfico Blue Note.
En este sello de exclusividad, quedarían atrapados en varios discos fonográficos considerados como de excelencia, determinados diseños rítmicos considerados por la más avezada crítica como impactantes, en especial los  tributados por el cubano a una pieza de tanta fuerza expresiva como el clásico Tin Tin Deo, grabada en New York el 25 de agosto de 1948 junto a las antológicas  Moodys All Frantic, Tropicana y Cu-Ba..  Con la inclusión de estas obras en el recurso fonográfico, quedarían rotos algunos estereotipos que consideraban a la música latina “como algo muy agradable, ligero y sensual”.
Aunque la relación Chano-Gillespie duró muy poco, no obstante, la influencia que ejerció el conguero cubano sobre las actitudes estéticas de los jazzmen norteamericanos, en especial la acentuada inclinación de estos por la música cubana, llegó a ser permanente, incluso hasta la actualidad.
Luciano “Chano” Pozo cristalizó una presurosa, desbordante e incuestionable leyenda para el Afro Cuban Jazz. Sus ya más que señalados arranques rítmico/expresivos, infinito brío telúrico en los ataques al parche de su tumbadora, amplios conceptos músicos intuitivos, y decisivas figuraciones rítmicas renovadoras que ajustaron una definida tendencia tributaria al jazz, para perfilarlo como  una música que no solo se valora por ser apasionada, en ocasiones triste, melancólica, y en otras juguetona, viva, restallante, sino tambien, por su amplia contribución a un concepto ideoestético más que  trascendente en el amplio ámbito de la música universal.

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