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Los sentimientos negativos envenenan su alma

19 de abril de 2013

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Cualquier tipo de sentimientos negativos son los que precisamente nos pueden envenenar nuestra alma. No pretendemos negar que resulta muy difícil perdonar, me pasa también a mí porque además de psicólogo soy un ser humano con virtudes y defectos, con precisiones e imprecisiones, pero deberíamos intentar siempre perdonar y hacerlo lo más inmediato que podamos porque esos sentimientos buscan ser canalizados en forma de rencor, agravios o insultos.
Vivir con amargura no propicia la creatividad, nos volvemos torpes, se altera nuestro sistema nervioso, no respondemos a los reflejos con la misma rapidez y efectividad con que debería ser, y es como encerrarnos en una celda, sin ventanas, sin puertas, sin que penetre un solo rayo de luz, es aislarnos del mundo y sobre todo de las relaciones interpersonales, por qué en realidad se apodera de toda nuestra vida interior, la desconfianza, el dolor, la tristeza, la autenticidad, el auto amor, en fin, eso que amarga nuestras vidas que frecuentemente denominamos amargura. Es cuando decimos, “Fulano tiene un carácter muy ácido”, “Mengana es una amargada”, etc.
La causa de esa amargura descrita anteriormente, es precisamente, el alto nivel de frustración y inconsecuencia el muy bajo de autoestima que provoca, ese veneno – recordar el de la mordedura de la serpiente- que solo usted se permitió que permaneciera y circulara dentro de usted.
Lo más importante es fortalecernos y llenarnos de sentimientos gratificantes, los que enriquecen nuestro espíritu, nos propician esa cultura de paz y nos pueden hacer mejores, sobre todo, hombres y mujeres de buena voluntad, que son los que pueden y deben triunfar en la vida.
Transitar por la vida lleno de odios y rencores es alimentarnos en cada instante con ese veneno que nos han intentado inocular, y esto, además de empobrecer nuestro espíritu, de interrumpir nuestro crecimiento personal, nos puede acortar la vida, esa que como siempre me gusta decirles, es tan corta para hacerla tan pequeña.
No quiero terminar sin antes pedirles que recuerden siempre ese otro viejo refrán que dice: “Recogeremos lo que sembremos”, y ese otro que dice: “Todo lo que damos regresa a nosotros”. Entonces si sembramos odio, si damos odio, eso recibiremos. Si por el contrario, sembramos y damos amor, es el amor lo que recibiremos.

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