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Los pensamientos irracionales

23 de diciembre de 2016

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Es muy típico creer que la razón y la emoción no son buenas compañeras, y ya he dicho que este criterio –muy viejo, obsoleto y falso– necesita ser cambiado, porque provoca no pocas conductas dañinas. Cierto que no resulta fácil, porque hasta la literatura, la música nos hacen recordar constantemente que cuando el cerebro funciona, el corazón anda durmiendo y viceversa, y resulta que tampoco el corazón es la sede de nuestra vida afectiva, ya que es el cerebro el protagonista de pensar y sentir, aunque partes diferentes del mismo.

El problema es la necesidad que tenemos de aprender que la mente racional y la mente emocional sean cercanas y no enemigas, y los boleros que dicen lo contrario son buenos para bailar y canturrear pero no para aplicarlos en la vida. A propósito de esta alianza pensamiento-emociones les propongo tratar el tema desde la salud mental.

Cuando las personas no tienen una adecuada autovaloración y autoconfianza –que son competencias emocionales– esto los lleva a pensamientos irracionales y distorsionados, lo cual hace que las conductas sean poco efectivas, inadecuadas y afectan las relaciones interpersonales, el desempeño laboral, en fin, pueden afectar cualquiera de las áreas de la vida personal. Consecuentemente, estos comportamientos son fuentes de emociones negativas, ya sea ansiedad, miedo, ira, desconfianza, y tan dañino son los resultados de esto, que existe una psicoterapia llamada racional-emotiva. Albert Ellis, psicólogo que trabaja este tema posee una interesante forma de tratar a las personas que tienen este problema, y considera que lo importante es reconocer cuáles son estos pensamientos que “pesan” en sus vidas y los hace sentirse emocionalmente mal. Ellis le propone a las personas que identifiquen cuáles de las siguientes ideas están presentes en su forma habitual de pensar y son fuente de emociones negativas:

  • Es de suma importancia que nos quieran todas las personas significativas de nuestra vida.
  • Hay que ser competente en todos los aspectos de la vida para creernos personas de valor.
  • Hay personas malas, perversas, ruines y deben ser severamente castigadas y penalizadas.
  • Es tremendamente horroroso que las cosas no sean tan perfectas como las deseamos.
  • La felicidad humana se debe a causas externas y no tenemos la capacidad de controlar nuestras emociones perturbadoras.
  • Todas aquellas situaciones amenazantes o que nos pueden dar preocupaciones o traernos conflictos deben evitarse a cualquier precio.
  • Es mucho más fácil evitar las dificultades y responsabilidades que afrontarlas.
  • Uno debe ser siempre dependiente y tener delante a alguien, más fuerte, en quien confiar.
  • Nuestras experiencias y eventos del pasado determinan nuestra conducta, no podemos nunca librarnos de ellos.
  • Deberíamos preocuparnos mucho más por los problemas de las personas.
  • Siempre hay una solución única y prefecta para cada problema y ésta es la que debemos encontrar o fracasaremos.

Ellis las llama las “once distorsiones” propiciadoras de problemas en nuestras vidas, porque como se observa, son pensamientos rígidos, dando poco espacio al error, al imprevisto, al fracaso con un nivel de exigencia muy elevado, que sin dudas hace que la persona se sienta mal con frecuencia porque es imposible vivir de forma tan –me cuesta trabajo encontrar la palabra adecuada– pero diría que “perfecta, exacta”.

Es humano querer tener éxito y que la vida nos fuera agradable, que las cosas ocurrieran como deseamos, pero no es así y hay que aprender lidiar con las imperfecciones; los defectos propios y ajenos; aceptar el fracaso y aprender de esto; volver a empezar, y saber que todo es parte de la felicidad.

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