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Los niños y las mascotas

27 de enero de 2017

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Un niño que acude a la consulta veterinaria con su perro es una muestra de la enseñanza de valores primarios en una familia. Una mascota brinda al niño la oportunidad de interactuar con un ser vivo natural, recibir y brindar afecto así como educar al mismo en la responsabilidad de alimentar, cuidar, desarrollar en la infancia valores éticos y morales primordiales a lo largo de la vida futura. Está documentado el desarrollo en el niño de la autoestima como consecuencia de la relación con animales de compañía.

Su voluntad también se descubre y desarrolla al tener que anteponer sus propios intereses en función del animal. Por supuesto, la necesidad de mantener la salud del animal es primordial para garantizar la salud del infante, pero no es una desventaja. Al contrario, es un aspecto que avala que igualmente la familia tiene valores de responsabilidad con relación al animal. Una dependencia de cariño hacia el animal desarrolla en el niño sentimientos de amor a la naturaleza y contribuye a evitar sentimientos de agresión (Kellert y Felthous, 1985).

El desarrollo del lenguaje infantil también se pone de manifiesto al interactuar con el perro, razón por lo cual se utilizan animales entrenados para su interacción con niños con dificultad en este aspecto. También es importante el aspecto de socialización que imprime en el niño, la niña y el adolescente la tenencia de una mascota, lo cual contribuye a su inserción en los diferentes grupos etarios de su comunidad, lo que los hace más autosuficientes ante la vida.

Los aspectos lúdicos del niño y la mascota son compatibles ya que ambos desarrollan un metabolismo acelerado beneficiándose ambos del gasto energético propio de edades tempranas.

La crueldad hacia los animales se evita cultivando sentimientos de afecto desde temprana edad (New York Times, 6/11/97) Los niños han de ser educados en el cuidado de las mascotas como animales sensibles al dolor y la angustia, sin inculcar en ellos sentimientos de propiedad que considere a los animales como meros objetos.
La New Jersey Public Child Protection Agency, asevera que el 88% de las familias donde se había maltratado a niños, también se había maltratado a animales

Los niños adquieren la mayor fortaleza inmunitaria después de los 5 años de edad, sin embargo es posible la tenencia de mascotas después de su primer año si se respetan los protocolos de higiene y cuidados veterinarios, sobre todo respecto a la desparasitación y vacunaciones preventivas. El lavado frecuente de manos es un hábito que debe desarrollarse, evitar que el perro se acueste encima de la cama infantil, evitar que el niño pequeño lama al perro o se deje lamer. No hay por qué alarmarse si pasa, ambos tiene anticuerpos, pero la vigilancia y la reducción de riesgos nos toca a los padres. Los niños tocan muchas cosas más contaminadas que un perro.

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