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Los libros de Alfredo Guevara

22 de abril de 2013

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Fotos: Aline Marie Rodríguez Rodríguez

Conservo en mi biblioteca algunos libros que vuelvo ahora a hojear y, como era de esperar, encuentro en sus páginas las lecciones, las enseñanzas, las reflexiones, que su autor, a lo largo de fecundas y fértiles décadas de ejercicio intelectual, supo dejar para su época y para las épocas por venir.

Porque en los libros de Alfredo Guevara, será posible encontrar el juicio profundo, la polémica apasionada, el cuestionamiento inteligente, el criterio sustancial, acerca de las más disímiles realidades y problemáticas que marcaron el devenir del mundo que le tocó vivir.

En ese luminoso catálogo, Tiempo de fundación (Iberautor Promociones Culturales S.L., 2003, 616 pp) es, quizás, la entrega que mejor devela el alcance, trascendencia y permanencia de la obra grande de este hombre, quien, desde la razón y la pasión, se consagró a impulsar la creación y promoción del cine cubano y latinoamericano.

En esas páginas se reúnen textos diversos, como cartas, intervenciones, entrevistas, ensayos, artículos, documentos, fechados entre los años 1959 y 2003, que permiten reconstruir la acción y el pensamiento de Alfredo Guevara relacionados con su noble empeño a favor del séptimo arte.

“No es en la vieja fórmula caduca, que se revela desquiciante, donde reside el trazo que buscamos. (…) Es en la reinvención del socialismo, en el encuentro de esa nueva visión que nos permita imaginar futuros que convenzan, imaginar futuros que entusiasmen, acercarnos a la verdad probable, sentir que ´la Utopía´, porque pudiera ser, merece ser amada”.

Elocuente juicio que sirve, al relevante intelectual, para presentar otro de sus libros. En Revolución es lucidez (Ediciones ICAIC, 1998, 548 pp), que también recopila materiales de diverso origen, el propósito es testimoniar, rendir cuentas, de una vocación de servicio, de entrega, a las justas causas de la humanidad.

Escribir cartas fue práctica habitual de quien, a través de esos textos, aclaró interrogantes, explicó conceptos, defendió preceptos… De ahí que la lectura de la numerosa correspondencia que ha sido publicada, del fundador del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), permita descubrir facetas insospechadas de su personalidad.

Uno de esos volúmenes, ¿Y si fuera una huella? (Ediciones Nuevo Cine Latinoamericano, 2009, 652 pp), reproduce misivas enviadas y recibidas durante casi medio siglo, “cartas –en palabras del autor—de reflexiones y experiencias, criterios que quisieran irradiar propuestas, información que desborda las fronteras geográficas y no acepta las ideologías…”.

Junto a los cineastas brasileño Glauber Rocha e italiano Cesare Zavattini, Alfredo Guevara dejó su huella, como coautor, en dos epistolarios: Un sueño compartido (Iberautor Promociones Culturales S.L., 2002, 344 pp) y Ese diamantino corazón de la verdad (Iberautor Promociones Culturales S.L., 2002, 400 pp).

Como coautor, igualmente, con Raúl Garcés, preparó la recopilación Los años de la ira. Viña del Mar 67 (Ediciones Nuevo Cine Latinoamericano, 2007, 304 pp), con documentos, testimonios, opiniones, fotografías, que recuperan, para la memoria, la génesis del Nuevo Cine Latinoamericano.

Ya Alfredo Guevara no estará, cada diciembre, en esa gran fiesta del cine de Nuestra América que creó, guió y alentó por décadas; tampoco se escuchará su lúcida, inquietante y enriquecedora palabra; ni estará reunido, en permanente diálogo, con los jóvenes, esos que deberán continuar la obra que él y otros muchos iniciaron…

Antes de marcharse, por fortuna, ha dejado estos y otros libros. Ese es, a no dudarlo, uno de sus más preciados legados. De ahí que a esas páginas siempre habrá que volver, para así conocer, aprender, saber –como anunciaba el más universal de los cubanos—, que “la vida es inspiración, la vida es fraternidad, la vida es estímulo, la vida es virtud”.

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