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Los beneficios de la ambigüedad

12 de septiembre de 2014

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amor-la-traicion-no-se-perdonaHace algunos meses estaba viendo un serial donde una mujer descubre que su esposo, con el cual estaba casada desde hacía casi 20 años, con dos hijos y tenía -eso creía ella- un matrimonio feliz y una familia muy funcional, había tenido repetidas relaciones con una profesional del sexo -miren que elegancia de vocabulario-. Otros elementos tiene el argumento, pero no vienen al caso, ya que lo importante, y que nos interesa es el manejo emocional que ella hace de una situación que puede ser catalogada de extrema, y segura estoy que muchas de la mujeres que están leyendo estas líneas se han enojado lo suficiente como para pensar que si les pasara a ellas, su reacción sería que enseguida sacar a ese hombre de su vida, sin permitirle ni tan siquiera que se explique. Otras congéneres mías puede que oigan lo que tiene que decir, pero no  lo perdonan, y también hay quienes esperan que el malvado (no voy a decir palabras más fuertes, por ser poco escribibles) le dirían cuanto insulto se les ocurriera, inventando algunas malas palabras, porque las del idioma español no serían suficientes y volarían ¿por qué no? unos cuantos platos y otros objetos no voladores, pero si rompibles, hacia al cabeza de él. Sin dudas las emociones negativas son las que aparecen ante situaciones como estas, y estoy totalmente segura que ninguna mujer en su sano juicio se alegraría de que le sucediera tal cosa. Sin embargo, una cosa son las emociones negativas y otra es la actuación a tener ¿divorcio bajo la influencia de la ira? ¿crearle problemas sociales haciendo público el problema? ¿poner a los hijos en contra del padre? Bueno, es ahí a donde quiero llegar, aunque reconozco que tener la suficiente auto regulación para no asesinar a un marido así, no es fácil, pero si es posible, y digo más, es imprescindible lograr aplazar una decisión definitiva  Y esta conducta se llama “sentirse cómodo con la ambigüedad!, o lo que es lo mismo, ser capaz de posponer una decisión definitiva hasta estar segura o seguro de lo que se quiere, sin que esta ambigüedad, o sea, no saber inmediatamente que se va a hacer,  le traiga desequilibrio, ni emociones demasiados intensas, y es una de las cualidades de la auto regulación, que como ya saben, forma parte de las competencias emocionales. ¿Y cómo se ve en la historia esta cualidad? Pues la protagonista se separa del marido en su propia casa, durmiendo separados, porque le es imposible tratarlo igual que antes, en espera de que la emocionalidad intensa disminuya para obtener la suficiente información, escuchar explicaciones y así poder pensar con claridad y distinguir también con certeza como andan sus sentimientos, lo cual es una conducta muy madura y difícil de lograr,  y forma parte de su personalidad, aunque hay que decir que no todos somos capaces de desarrollar en nuestras vidas tal característica. La ambigüedad, al contrario de lo que generalmente se cree, no es dañina, si es productiva, como en el caso de marras, ya que ella piensa un día en los negativo de la conducta del esposo, y otro día en los bueno de su matrimonio, con lo cual logra  poner en una balanza los aciertos y desaciertos para establecer que es lo que más pesa, posponiendo o evitando las emociones negativas que calman el espíritu momentáneamente, pero que más a la corta que a la larga son perjudiciales, porque aún cuando la decisión final pueda ser el divorcio, éste no empañaría la historia que se vivió, la familia que se creó  y el amor que hubo -y que no se puede olvidar- ni el respeto que los hijos deben tener hacia un padre, que fue bueno -con sus grandes errores incluidos- ni se daña la obligatoria relación  que ese hombre y esa mujer deben tener por el resto de sus vidas, ya que tendrán que compartir hijos, nietos, etc. hasta el fin de sus vidas. No puedo decirles cuál fue el final de la historia, porque como pasa hoy en día con eso de seriales por temporadas, no he visto la continuación, así que yo me mantengo -y ahora los incluí a ustedes- en una ambigüedad obligatoria, pero sin enojo.

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