ribbon

Los actores juegan como niños VII

23 de agosto de 2013

|

¿Qué es el Teatro, para qué sirve, cuál es su función social, si es que la tuve alguna vez o la tiene?; ¿cuáles son los recursos que usa? Estas son interrogantes cuyas respuestas, individualizadas y encarnadas en una realidad histórica concreta, nos permiten definir o delinear la poética de cada creador, conjunto de artistas o tendencias dentro de este arte. Podría pensarse en la inutilidad, mutabilidad o relatividad de las definiciones. Es cierto. Pero ellas, en tanto instrumentos, nos permitirán entender, aprehender y disfrutar, desde su propia lógica, las propuestas y los discursos.

Kouyaté afirma que no hay preguntas estúpidas, pues, de lo contrario no serían preguntas. Así que intentando sondear, bucear, en sus propias aguas, nos salta una anécdota, que le retrata como artista escénico y prefigura en él una toma de partido o al menos un punto de apoyo que nos permitirá mover su cosmovisión o imaginárnosla:

Estando en París un teatrista suizo,  de pronto, se halló metido en un callejón sin salida. No encontraba el modo de avanzar en el montaje. Probaba, buscaba,  insistía. Lo hizo tanto hasta que llegó un momento en el que él y los actores estaban muy agotados. Mandó entonces a parar el ensayo, y dio unos minutos de receso.

Angustiado e intentando ordenar sus ideas  se sentó en uno de los bancos del parque que quedaba frente al teatro. Estaba bloqueado. Dispuesto a renunciar, por ese día, se dedicó a mirar a unos niños que jugaban cerca de él. Los muchachos también tenían un dilema, al parecer insoluble. Querían jugar pero para hacerlo necesitaban que en un momento apareciese la noche y había un sol radiante, además, si llegaba la oscuridad seguramente los padres se los llevarían a casa y todo habría terminado. Así estaban, alicaídos, cuando a uno de ellos se le iluminó el rostro y dijo:

–        ¡Ya tengo la solución! ¡Es fácil! Cuando yo me pare frente a ustedes y abra los brazos, entonces llegará la noche.

El director se puso de pie. Sonrió. El pequeño había desatado el nudo, sorteado el obstáculo. Regresó al escenario, sabiendo que el asunto era sencillo, que únicamente  se trababa de jugar, como niños, de ponerse de acuerdo, de modo que cuando uno se colocara de frente y abriera los brazos se hiciera la noche.

 

 

Galería de Imágenes

Comentarios