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Libertad Lamarque

26 de enero de 2022

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Libertad Lamarque arribó a La Habana el 5 de enero de 1946 y aunque el año recién comenzaba, muchos periodistas y admiradores de la gran dama argentina del tango se atrevieron a asegurar que sería aquel el acontecimiento artístico de la temporada. No se equivocaron.

Llegó acompañada del esposo, Alfredo Malerba, quien era compositor y pianista, y desde que el avión tocó pista no cesaron las muestras de afecto del pueblo capitalino, que la conocía a través de sus películas.

El recibimiento fue de tal magnitud que el auto descapotable en que hizo el recorrido  saludando a los espectadores interrumpió el tráfico de la ciudad más de una vez, dando oportunidades para que los fotógrafos tomaran instantáneas de un momento que para la artista fue inolvidable.

Libertad escribiría después, en su Autobiografía, que “durante el mes que permanecimos en La Habana pasamos de un agasajo a otro; fueron días de verdaderas fiestas que no hemos olvidado.”

Debutó en el teatro América de la Calzada de Galiano, el 7 de enero. Presentó un repertorio variado, con predominio de la música rioplatense, pero cerró con la interpretación de la canción Facundo, del cubano Eliseo Grenet, recibida con prolongada ovación.

Las funciones en el teatro América eran diarias y dobles, y la última, el domingo 20 de enero, fue nada menos que triple, es decir, ¡que hubo tres funciones ese día! A la fiebre de tangos también contribuyeron las casas disqueras, que vendieron mucho por aquellas fechas, pues el género siempre ha tenido aceptación entre los cubanos.

 

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Diez años después de aquella primera visita, regresó Libertad a los predios artísticos nacionales. Llegó con el inicio del mes de agosto de 1956, para realizar presentaciones por dos semanas. Sumaba ahora más títulos a su abundantísima carrera cinematográfica, en la que descollaban cintas como Madreselva, El alma del bandoneón, En el viejo Buenos Aires, Gran Casino, Te sigo esperando, Soledad y muchas más, filmadas en Argentina y en México.

En 1956 contaba 47 años y era, según el calendario, una mujer en su madurez, aunque conservaba su esplendor artístico y físico, lo cual llamaba la atención de hombres y mujeres, sobre todo de estas últimas, curiosas por conocer la fórmula que permitía a Libertad permanecer ciertamente joven. Activa hasta muy avanzada edad, la actriz –nacida en la ciudad de Rosario, en 1909– murió en México a los 92 años, demostrando que también tuvo la dicha de hallar la fórmula de la longevidad.

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