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Leopoldo III

9 de febrero de 2021

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El invierno de 1948 deparó a los habaneros la visita de Leopoldo III, rey de Bélgica, quien arribó el 2 de febrero de ese año a bordo del Sommeldyk, para permanecer hasta entrado el mes de marzo.

Lo acompañaba su esposa, la Princesa de Rethy, y el hijo de ambos, príncipe heredero Balduino. Llegaron en visita privada, de modo que los periodistas tuvieron escaso acceso al monarca, lo cual no quiere decir que no se le tributaran los honores correspondientes a su rango.

“Este viaje es de recreo y estudio”, declaró en inglés durante la conferencia de prensa que dio en el Hotel Nacional, ocasión en que manifestó estar encantado por su estancia en Cuba.

Aunque en los primeros días la prensa siguió los pasos de la familia real, poco después apenas en las páginas interiores de los diarios se puede rastrear lo que hicieron, los sitios que visitaron y las cenas que se ofrecieron en su honor en las residencias más ricas de La Habana.

Por aquellos días eran frecuentes las noticias acerca de una probable abdicación de Leopoldo III a su regreso de La Habana, lo cual se explica porque sus enemigos le atribuían un cierto grado de colaboración con Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, estos comentarios no dejaban de ser meras especulaciones.

El rey pasó varios días en Varadero, con la familia, asistió a recepciones en su honor y a otras actividades sociales restringidas. Expresó su deseo de asistir a una de las sesiones de la Academia de Ciencias, donde leyó un discurso y manifestó sentirse halagado por la invitación.

Leopoldo III era un hombre de 47 años. Había nacido en 1901, hijo del rey Alberto I. Estuvo en las trincheras durante la Primera Guerra Mundial y al trono accedió en 1934.

Cuando en 1939 Bélgica fue ocupada, se constituyó en prisionero voluntario de los alemanes, en el Castillo de Lecken. Su capitulación causó contratiempos a las fuerzas aliadas inglesas y francesas en la lucha contra el fascismo.

En 1944 se le trasladó a Alemania y al terminar el conflicto pasó a Suiza, en tanto su hermano Carlos hacía las funciones de rey regente en espera de lo que decidiera el pueblo belga.

La consulta pública o plebiscito efectuado en 1950 le resultó favorable y regresó al trono en julio de aquel año. Tuvo que enfrentar disturbios internos, y finalmente abdicó el 16 de julio de 1951, convirtiéndose en rey su hijo Balduino. Leopoldo III murió en 1983.

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