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“Las toxinas animales, III parte. Los invertebrados”

16 de agosto de 2013

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Dado el número de especies de invertebrados que existen, la proporción de las venenosas result a aún más pequeña.
Esponjas. Ciertas esponjas, como la esponja “no me toques” (Neofibularia nolitangere) pueden causar dermatitis por contener sustancias como la halitoxina y el ácido okadaico, que son irritantes para la piel. Aparte de esta dermatitis química o irritativa y de que sus espículas calcáreas o silíceas son muy abrasivas, las esponjas pueden también originar dermatitis alérgicas, bien por sí mismas o bien por celentéreos que las colonizan y son causantes de tales procesos urticantes. Las raras esponjas venenosas suelen estar en aguas tropicales. El contacto con ellas produce quemazón y dolores inmediatos, con edema local y posterior vesiculización de la zona; tales lesiones duran entre 3 y 7 días. A veces coexisten dolores articulares, fiebre y escalofríos.
Celenterados. Las medusas. Una de las características de la mayoría de estos invertebrados, es la de poseer unas células (nematocistos) las que al ser excitadas, segregan un veneno o sustancia altamente urticante, que muchas veces les permite paralizar a sus agresores o presas. A las medusas, a veces se las encuentra agrupadas en tal número que es preferible evitar el buceo. Desde su campana penden infinidad de finos tentáculos, en algunos casos muy largos, que son los que portan los nematocistos irritantes. Algo similar sucede con los corales de fuego. A pesar de su gran belleza, hay que ser cuidadoso con estos animales ya que al contacto con la piel desnuda, suele producirse una intensa picazón, y luego una urticaria más o menos molesta. Algunas veces queda una lesión cutánea con inflamación y erupción, caracterizada por el trazado de los filamentos en la piel y la formación de grandes ampollas. Entre otras toxinas, el veneno de las medusas puede contener hipnocina, que provoca somnolencia, parálisis muscular y respiratoria y tiene propiedades anestésicas; talassina, que produce urticaria y edema en dosis pequeñas y parálisis nerviosa a dosis elevadas; y congestina, que ataca al tracto digestivo provocando vómitos, dolores abdominales, además de problemas respiratorios.
Una de las medusas más peligrosa es la avispa marina, también llamada medusa de caja Chironex fleckeri. Habita las costas de Australia. Es la medusa más venenosa del planeta. El roce de sus tentáculos con las víctimas no suele ser advertido y no deja lesiones visibles inmediatas pero pasados 20 minutos un intenso dolor se siente en todo el cuerpo. En ese momento se acelera el ritmo cardíaco y aumenta la tensión sanguínea produciendo una embolia cardíaca y la muerte. Esta medusa contiene en su superficie unas ampollas repletas de veneno, con 20.000 unidades de entre 1.5 y 4 mililitros El veneno es una neurotóxica cuya LD50 (dosis letal al 50% de los casos) es de aproximadamente 20 microgramos por Kg de masa del sujeto. Esto quiere decir que con simplemente 1.4 miligramos de veneno, puede matar a un hombre adulto, o lo que es lo mismo, con el peso de un grano de sal. El veneno actúa rápidamente sobre el sistema nervioso, y después de una reacción inicial del tejido afectado que puede desarrollar ulceraciones y/o necrosis, se produce una parada cardio respiratoria. Tiene 60 tentáculos de 3 metros de largo cada uno y suficiente veneno para matar a 60 personas. Según un estudio reciente de la revista National Geographic, las avispas de mar se vuelven más mortíferas con la edad. Las jóvenes, que cazan camarones, tienen veneno tan sólo en el 5% de sus células urticantes, mientras que las adultas lo tienen en el 50%, lo que les permite cazar presas más grandes.
Moluscos. Entre los moluscos gasterópodos se cita al género Conus, cuyas especies pueden ser mortales. Segregan una  neurotoxina más potente que el cianuro. Se les dice caparazón de cigarrillo porque una picadura de este molusco es capaz de causar la muerte en el tiempo en el que uno fuma un cigarrillo.
Los moluscos bivalvos pueden vehicular la “saxitoxina”, un grupo de neurotoxinas producidas por diferentes especies de dinoflagelados. El término saxitoxina se origina en el nombre de la especie de la almeja mantequilla  Saxidomus giganteus  donde se reconoció por primera vez. La saxitoxina es una toxina neuromuscular que actúa directamente sobre el sistema nervioso periférico y músculo esquelético. Afecta la actividad de la membrana celular por bloqueo selectivo del transporte de sodio. Se conoce la estructura de más de 18 toxinas asociadas a este síndrome, siendo la saxitoxina la más estudiada. Su núcleo corresponde a una tetrahidropurina muy soluble en agua, estable a pH ácido y no se destruye por el calor.
La intoxicación comienza entre los 5 a 20 minutos después de la ingestión del alimento contaminado, con una sensación de cosquilleo y adormecimiento de la boca, región peribucal, encías y lengua, irradiándose luego a cuello y hombros. En casos moderados y severos de intoxicación, los síntomas siguen con cefalea, mareos, nauseas, insensibilidad de brazos, piernas y cuello, dificultad para hablar y tragar, rigidez e incoordinación de extremidades, sensación de flotación, dificultad respiratoria y taquicardia. En los casos de mayor gravedad, la que depende de la cantidad de mariscos consumidos, puede llevar a la parálisis de los músculos de las piernas y brazos y finalmente a la muerte por parálisis respiratoria, en el lapso de 2 a 10 horas. No se dispone de antídotos específicos y como tratamiento debe practicarse lavado gástrico, ingestión de abundante agua, administración de diuréticos y respiración artificial cuando corresponda. La toxina se elimina rápidamente por la orina y la recuperación es completa. La dosis letal mínima para el hombre se estima en 0.5 mg. La detección de saxitoxina en mariscos como mejillones, almejas y vieiras, con frecuencia conduce al cierre de la recolección de estos mariscos, tanto comercial como recreativa.
Otro molusco del grupo de los cefalópodos es la sepia flamboyant  (Metasepia pfefferi).  Es un sorprendente animal con impresionantes patrones  de coloración y una habilidad para caminar sobre el lecho marino, siendo la única especie de sepia capaz de hacerlo. Posee papilas carnosas a lo largo del cuerpo  y por encima de sus ojos, son utilizadas para camuflarse permitiéndole a la sepia cambiar la  forma, tamaño y color cuando se siente amenazada, por ejemplo adquiere rápidamente un patrón ondulado de color negro, marrón oscuro y blanco, con manchas amarillas en todo el manto, exhibiendo en los brazos y las papilas de los ojos un rojo brillante. Con este colorido, la sepia muestra la naturaleza venenosa (la única venenosa de su especie). Contiene una toxina tan letal como la del pulpo de anillos azules.
El pulpo de anillos azules Hapalochlaena lunulata, es el ser más venenoso conocido del océano y en este ámbito tiene p  ocos rivales en tierra firme. Se trata de un ser vivo muy pequeño, del tamaño de una pelota de golf, de 28 gramos de peso, pero con veneno suficiente para matar a 26 adultos. Se encuentra en las costas de Japón, Indonesia, Malasia, Filipinas y Australia  y al que no hay que acercarse cuando sus anillos azules toman un color intenso y el centro marrón de los anillos se hace cada vez más oscuro. Esa es señal de que se encuentra a la defensiva y hay que tener cuidado con un mordisco suyo porque con mucha seguridad acarrearía la muerte. El veneno producido por estos pulpos contiene tetrodotoxina, 5-hidroxitriptamina, hialuronidasa, tiramina, histamina, triptamina, octopamina, taurina, acetilcolina y dopamina. La tetrodotoxina bloquea los canales de sodio, causando una parálisis motriz. Esta toxina es creada por una bacteria en las glándulas salivales del pulpo. Son también estas bacterias quienes le dan el color azul característico a sus anillos.
Anélidos. Dentro de los poliquetos, el  gusano de fuego Hermodice carunculata, posee en sus parápodos filamentos llenos de veneno que provocan escozor, dolor, entumecimiento e inflamación. El veneno contiene una  potente neurotoxina que producir irritación intensa y una sensación de ardor dolorosa alrededor de la zona de contacto. La picadura puede provocar náuseas y mareos. Esta sensación persiste  unas pocas horas, pero el hormigueo doloroso puede continuar alrededor de la zona de contacto por más tiempo.
Equinodermos. Existen dos estrellas de mar venenosas conocidas como “estrellas de mar corona de espinas”: Acanthaser planci y Acanthaser ellisii. Podemos encontrarlas en aguas cálidas del Pacífico, Índico y en el Mar Rojo. Estas estrellas de mar, son las únicas venenosas conocidas entre las más de 1 800 que conforman la clase Asteroidea. Son de las más espectaculares del mundo de los equinodermos. Son de brillantes colores naranjas, rojizos y púrpuras, cubiertas de púas amarillas y rosa.  La toxina inoculada por estas estrellas es una mezcla se saponinas, conocidas como asterosaponinas. Estas tienen propiedades de tipo detergente y cuando la estrella de mar se mantiene en volúmenes limitados de agua con aireación se producen grandes cantidades de espuma en la superficie. Realmente no tienen ningún mecanismo específico para inocular la toxina, sencillamente las propias espinas en contacto con la víctima perforan la piel  de esta, ya se trate de un depredador o de una persona desprevenidos, entonces el tejido que contiene las saponinas se introduce en la herida. El contacto con las espinas provoca un dolor vivo, punzante y sangrado persistente debido al efecto hemolítico de las saponinas. La inflamación y el eritema del tejido puede persistir por una semana o más, además puede provocar náuseas y vómitos. Las espinas, que son frágiles, al romperse, se incrustan en el tejido, del que deben ser removidas por medio de cirugía. Parece que se producen saponinas en todo el ciclo de vida de las estrellas de mar. Hay saponinas en los huevos que son similares a las de los tejidos adultos y, se presume, que de aquí pasan a las larvas. Cuando un depredador se introduce en la boca un juvenil de la estrella de mar, inmediatamente se produce un rechazo por parte del atacante, lo que sugiere que estas fases juveniles contienen saponinas.
Recordemos que…”la Naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre”. Sólo hay un modo de que perdure: respetarla y servirla

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