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Las Pascuas en los Estados Unidos

25 de diciembre de 2020

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unnamedEl 25 de diciembre de 1887 José Martí databa bajo ese título su habitual crónica para el diario La Nación de Buenos Aires. No era la primera vez que tocaba ese tema, pues seis años atrás le había dedicado uno de sus textos en “La Opinión Nacional” de Caracas.
En aquel primer escrito realizó una comparación entre esos festejos en Hispanoamérica y en Estados Unidos y por ello uno de los puntos del sumario dice “Pascuas y Christmas”. El segundo es un recorrido por los días pascuales entre los diferentes sectores sociales de la ciudad.
El cubano cumple sus funciones de corresponsal y comienza el párrafo inicial entregando informaciones de actualidad que ceden en alcance cotidiano “ante el bullicio, la prodigalidad, los banquetes pomposos, las tiendas resplandecientes, las ventanas ornadas con la corona simbólica del muérdago y el regocijo arrebatado de las Pascuas”. Así, con una suma de frases cortas, Martí nos entrega estados de ánimo, acciones y símbolos que indican la masividad de esas fiestas.
El párrafo que continúa indica su desagrado ante la temporada invernal con nevadas, a la vez que señala cómo se modifica favorablemente el carácter de los neoyorquinos: “¿Quién no regala en estos días, únicos en que no es tristes la nieve? Se hablan los que no se conocen: las almas, siempre aquí encogidas e hirsutas, salen riendo a los rostros; los padres, cargados de regalos para sus hijos, aman en el propio al hijo al ajeno, y reconocen, en la alegría de amar, la fraternidad del hombre: dádivas a los pobres, fiestas en los teatros, en las calle iluminación y jubileo…”
Su condición de padre separado de su hijo desde hacía más de dos años, le hace escribir muchas líneas en que cuenta cómo los padres preparan a ocultas regalos para el hijo y cómo este responde al padre que “entiende muy bien, que no hay Santa Claus”, tras escucharle la explicación del mito de ese mito basado en san Nicolás, obispo de Asia Menor. ¿Estaría recordando entonces alguna conversación al respecto con su propio hijo durante los tres inviernos de 1882 a 1884 pasados juntos en Nueva York?
Luego compara esas Pascuas con las de épocas pasadas, y las que describe son “el día de generosidad y olvido a que una vez al año por lo menos, tiene derecho el hombre.” Expresa Martí un juicio de indudable matiz ético: “El hombre se ve vil tantas veces, que se comprende que goce, ¡hasta llorar! de verse, un vea al menos, desinteresado.” Y ejemplifica tal enriquecimiento moral con la suavización del rigor carcelario en la prisión de Sing Sing, considerada entonces de las más severas en Estados Unidos.
El espíritu paternal mueve a Martí a finalizar la crónica describiendo los diferentes juguetes que los padres entregan a los niños y considera adecuado a ese tiempo de avances tecnológicos de finales del siglo XIX el que “¡es un barco aéreo, colgante de un balancín, que al impulso de una máquina oculta gira en el aire movido, por dos aspas! Así, dese los juguetes, del niño se levantan los pueblos.”

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