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Las imperfecciones tienen su espacio

29 de julio de 2016

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Soy-una-persona-empática

 

Anteriormente ya escribí sobre la empatía, expliqué en qué consiste y además narré alguna que otra historia sobre personas reales que he conocido, y que sin ser especialistas en inteligencia emocional, tienen el don de entender a los otros y ser comprensivos. Estas personas brindan su ayuda que puede ser una conversación, un consejo y esto les ha sido muy productivo en sus vidas. Hoy voy a escribir otra vez sobre esta competencia personal, porque además de ser la que popularmente más se conoce, creo que es tan buena, tan útil que merece la pena dedicarle más espacio, para que puedan ver, y, tal vez, aprender a utilizarla en sus vidas, obteniendo beneficios.
Las personas empáticas tienen más amigos, son más populares, son reclamados como consejeros, y en términos personales, son más felices porque cuando tienen problemas, las demás personas están dispuestas a ayudarlos en reciprocidad. Pero no estoy diciendo que son personas perfectas y tienen que ser los buenazos de la película, que sonríen cuando los maltratan y tienen que estar abiertos a todos y en todo momento, porque de ninguna forma es un devoto monje que se encuentra al servicio de la humanidad con humildad y sacrificio, poniendo la otra mejilla. Todos podemos desarrollar esta capacidad emocional, pero a diferentes niveles, ya que tampoco se puede desdeñar lo que desde pequeños aprendimos en la familia. Además, hay algo que es la tendencia que tenemos algunos de satisfacernos entendiendo y ayudando a otros y tanto es así que hay profesiones (como nosotros los psicólogos) que gustan de ayudar a otros y en vez de sentirnos agobiados ante los problemas que nos presentan, pues nos sentimos felices con la ayuda que damos.
Pero como no pretendo hacer una loa a la profesión del psicólogo y me quiero dirigir a todos, tenga cualquier nivel de instrucción, y que esté interesado en alfabetizarse emocionalmente. No voy a repetir lo que ya he escrito de este asunto meses o años atrás, sino que me voy a convertir en abogado del diablo y analizar la empatía desde la otra mirada, o desde la acera de enfrente.
La empatía, que no es más que reconocer las emociones, necesidades y preocupaciones de los demás, posee cualidades como el desarrollo y comprensión de los otros, la conciencia grupal y la aceptación de la diversidad. Sin embargo, no se puede esperar que las personas empáticas estén siempre dispuestos a entender a todos, ni mucho menos a aceptar al malcriado, maleducado, engreído, iracundo, porque para entender y ayudar a los otros también tiene que alimentarse del hecho que los demás también nos entiendan, y se puede ser empático, pero no necesariamente “para todos y en cualquier momento”, ya que todos los seres humanos necesitamos la retroalimentación.
El afecto no puede ser en un solo sentido, sino que debe ser una relación biunívoca y me parece importante este aspecto porque se puede escuchar que alguien le dice al reconocido empático: “¿pero cómo es que tú, que comprendes a todos no has sido capaz de manejar a Fulano?”. Bueno, esa expresión, además de ser injusta se percibe como agresiva y poco humana. Y la respuesta está en que nadie es perfecto y cada cual, aunque sea una persona con un alto nivel de alfabetismo emocional puede no coincidir, concordar, entender en momentos específicos algo o a alguien, y esto puede estar condicionado por problemas por los que está pasando o por su historia personal anterior.
Para terminar les digo que yo soy una persona empática –aún antes de ser psicóloga y con la profesión la desarrollé más–, y recuerdo que una vez tuve que suspender una consulta, por una fuerte discusión que tuve con el que en ese entonces era mi jefe, porque me era imposible sintonizar con mis pacientes en ese momento, ya que no lograba controlar el enojo que me provocó el asunto laboral.
Es muy posible que ustedes hayan pasado por situaciones similares, lo cual no significa que no entiendan y ayuden a los otros, sino que no se pueden olvidar las circunstancias y que al fin y al cabo somos humanos e imperfectos. Y la imperfección hay que entenderla.

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