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Las casas gemelas de la familia Pedroso (II)

28 de agosto de 2015

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Medianera 1 (Small)Con relación a la casa marcada con el número 204, antiguo 54, y antes 133, hay también referencias anteriores al siglo XIX. En la A.H.H. se halla un asiento de 1768 cuando Doña Teresa Álvarez era propietaria de una “casa baja, de rafas y tejas”.
En 1857 la adquirió la Sociedad de Pedroso y Cía. en acto de compraventa al señor Coronel Don José Esteba, es decir, un año antes de que Doña Francisca comprara la de al lado, quien a su vez, recibió esta de la Sociedad con anterioridad al planteamiento de la Ley Hipotecaria, convirtiéndose en dueña de ambas casas. Dicha señora falleció en 1864, instituyendo por únicos herederos a sus hijos Don Pedro Regalado, Don Miguel Antonio y Don Martín Pedroso y Pedroso. Miguel Antonio Pedroso fue quien inscribió la casa a su favor.
En los asientos del Registro de la Propiedad consta la descripción de esta finca como una “…. casa de alto y bajo señalada con el número 54, antes 133, de la calle Cuba, manzana comprendida entre las de Empedrado, O’Reilly y Aguiar. Linda por la derecha con la del Licenciado José María, por la izquierda con la de Don Francisco Pedroso y por la espalda con la de Don Miguel Antonio Pedroso”. Por lo que no es difícil deducir que a finales del siglo XIX, Don Miguel era el dueño de esos dos inmuebles colindantes y su hermano Francisco Pedroso del esquinero, a quien le permitió construir en la azotea de Empedrado 19, sumando la fábrica nueva a la casa número 52, hoy 202. Así, todo quedaba en familia.

Guardacantón 3 (Small)En 1891 falleció Don Miguel Antonio Pedroso y Pedroso, heredando la finca Doña Ana Pedroso y Martínez, su esposa. Una nueva medición señala sobre la casa una superficie total de 436 m². Doña Ana murió en 1909, legando sus bienes a sus hijos entre los que consta esta casa cuyo dominio pasó a Don Francisco Pedroso y Pedroso.
Alega Berta Caballero Calcagno, en su investigación sobre este inmueble “Una casa colonial habanera: su vida artística y social”, que Don Francisco Pedroso se había casado con Agustina Mauri, mulata, manejadora de la casa, con la cual tuvo seis hijos, unos a finales del siglo XIX y otros a principios del siglo XX, últimos herederos de la familia Pedroso nacidos en esta casa.
La tapia que dividía estas viviendas, en un inicio hasta el entresuelo, se elevó hasta el piso principal en el siglo XX, como se ve hoy día. Refiere Caballero que fue por disgustos familiares, en especial, por la boda de Don Francisco con Agustina, desafío al racismo que dominaba la sociedad de aquellos tiempos y que el resto de la familia con seguridad reprobó. Al fondo del rectángulo que forma el patio central se hallaban la cochera y el establo.

Azulejos 2 (Small)Cuando Berta Caballero las visita en 1984, las casas, vistas como una sola mansión, eran descritas para su trabajo de la siguiente manera: “Del zaguán parte la escalera de mármol, con su barandaje de hierro donde la voluta se retuerce sobre sí misma, es el motivo central. Nos conduce a la planta principal donde la galería cerrada por persianería y lucetas servía de saleta o lugar de estar de la familia. La sala y los cuartos muestran en las ventanas, cancelas de hierro fundidos con motivos florales, cenefas geométricas enmarcándolas, y mamparas que no llegaban más que hasta la mitad de las altas puertas dobles para permitir la circulación del aire. La galería y la sala exhiben sus pisos marmóreos, no así los cuartos…”. Los pisos de estas dependencias fueron revestidos con losetas hidráulicas durante la República. En los patios, aún puede apreciarse el zócalo de azulejos con que fueron adornados, y los guardacantones siguen custodiando la entrada de estas casas gemelas.

Vitral 1 (Small)En aquella ocasión, la investigadora citada, pudo comprobar que originalmente la galería llevaba cierres de persianas, y sus arcos estaban cerrados por lucetas multicolores, de las cuales conservaba entonces, unos restos de azul intenso. Por su importancia, estos vitrales fueron tomados por Yolanda Aguirre para el análisis e ilustración de su libro “Vidriería Cubana”: “Un doble embotellado radial. En Cuba 202-204, hay dos lucetas que dejan ver duplicación de radios como elemento exclusivo de su empeño estético, el que desecha todo color. En uno, la vidriería se inserta en arco de mediopunto; en el otro, la semicircunferencia se inscribe, a su vez, en la media luna formada por un fragmento de arco de otra presunta circunferencia de mayor diámetro.” Según testimonios recogidos por Berta, el ciclón de 1926 causó estragos a la vidriería y en general a toda la casa. A la segunda planta se accedía por una hermosa escalera de madera con baranda torneada, que conducía a otro grupo de habitaciones, concebidas con menos elegancia que las anteriores.
Los techos son planos, de vigas de madera y losas de barro. El zócalo de la escalera y las habitaciones estaban decorados con pinturas murales, de las que, aún hoy, quedan vestigios. Igual destacan todavía, las rejas con decoración geométrica que, junto a los guardavecinos y guardacantones, constituyen excelentes trabajos en hierro que muestran la destreza de los maestros forjadores del siglo XIX.
Como su familia vecina, Don Francisco y los suyos de mudaron a otra casona y esta se convertía en sede de oficinas y en un hotel exclusivo para norteamericanos. En 1932 en ella radicaba la Asociación Industrial Azucarera, como lo recoge la “Guía Especial de La Habana” de ese año, y en 1952, en la URBE, aparecen nuevos nombres de inquilinos. Así, ambas casas pasaron a producir jugosas rentas y con ello, comenzaron a padecer un proceso de especulación con el suelo que las convertiría en casa de vecindad, hasta el día de hoy.

Vitral 3 (Small)En 1946, aunque no la habitan, pertenece esta finca a los señores Agustina, Domingo, Carlos, María de las Mercedes, Roberto y Felipa Pedroso y Mauri, los seis hijos de Don Francisco Pedroso y la mulata Agustina Mauri. En 1950 y 1959 constituyeron hipotecas voluntarias indistintamente sin que por ello perdieran la propiedad, por lo que se deriva que las casas de Cuba 202 y 204, pertenecieron a la familia Pedroso hasta que fueron nacionalizadas después del triunfo de la Revolución en 1959.
Berta Caballero refiere 26 núcleos familiares, a la fecha, este número ha aumentado considerablemente, de la misma manera que han sido alterados sus espacios con nuevos añadidos, y muchos de los elementos tipológicos de valor que esta autora describe en 1984, se han perdido. No obstante, este palacete compuesto por las casas gemelas construidas por los Pedroso, realzan la esquina de Cuba y Empedrado, en La Habana Vieja. Su empaque representa la magnificencia de las construcciones del siglo XIX y el enlace de apellidos y fortunas, que trajeron a La Habana el oro y la esclavitud, los títulos nobiliarios, y una señorial arquitectura.

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