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Las buenas acciones y su reflejo en los materiales de La Edad de Oro

7 de noviembre de 2014

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jose-marti-farinas-pJosé Martí le dio un gran valor a la generosidad y a la realización por parte de los hombres y mujeres, y de modo muy especial los niños,  de buenas acciones en forma frecuente.
En un trabajo publicado en La Nación, en Buenos Aires, Argentina, en la edición correspondiente al primero de enero de 1887, José Martí planteó la siguiente interrogante: ¿Quien siente mejor la ausencia de un bien que el que lo ha poseído y lo pierde?
Él expuso, además, en un trabajo titulado Maestros Ambulantes, reflejado en La América, en Nueva York, en mayo de 1884: “Ser bueno es el único modo de ser dichoso.”
También a través de diversos trabajos, así como en poemas y en las consideraciones que señaló en la sección La última página, incluida en las cuatro ediciones de la revista La Edad de Oro, José Martí trasmitió la gran relevancia que tenía ser bueno y estar dispuesto siempre a brindar ayuda a los demás. Precisamente acerca de ello trató en Los Zapaticos de Rosa.
En la parte inicial de dicha obra Martí hace alusión al estado del tiempo y a la disposición de una niña de salir a pasear con su madre, al detallar:

 
Hay sol bueno y mar de espuma,
Y arena fina, y Pilar
Quiere salir a estrenar
Su sombrerito de pluma.
“¡Vaya la niña divina!”
Dice el padre, y le da un beso:
“Vaya mi pájaro preso
A buscarme arena fina”.

 
Los Zapaticos de Rosa está conformado por 36 cuartetas En esta significativa obra Martí narra la alegría de una niña que salió a pasear con su madre. Y señaló:

 
Fueron las dos al jardín
Por la calle del laurel:
La madre cogió un clavel
Y Pilar cogió un jazmín.

 
Describe la emoción de Pilar al llegar a la playa y el posterior encuentro que tuvo con una madre que traía a su niña enferma con sus piecesitos desnudos.
Y en lo manifestado en dicha obra, en la reacción de la niña, Martí evidencia nuevamente su gran sensibilidad humana y su sentido de la solidaridad con los desposeídos.

 
Mira, ¡la mano le abrasa,
Y tiene los pies tan fríos!
¡Oh, toma, toma los míos:
Yo tengo más en mi casa!

 
Martí también le  trasmite a los niños esa cualidad tan bella en un ser humano: la de ser solidario.
Él  destaca  no sólo la disposición de la niña de entregar sus Zapaticos de Rosa, sino igualmente la actitud asumida por su madre que se sensibiliza ante el dolor de la mujer que tenía a su hija enferma.

 
-¡Sí, Pilar, dáselo. Y eso
También!  ¡tu manta! ¡tu anillo!”
Y ella le dio su bolsillo,
Le dio el clavel, le dio un beso.

 
Los Zapaticos de Rosa se publicó en el tercer número de la revista La Edad de Oro, que circuló en  septiembre de 1889.
En la parte final de esta obra Martí resaltó  la satisfacción que  sintió Pilar al hacerle un bien a otra humilde niña.
Al narrar el regreso de Pilar y su madre al hogar, señala:

 
Vuelven calladas de noche
A su casa del jardín:
Y Pilar va en el cojín
De la derecha del coche.
Y dice una mariposa
Que vio desde su rosal
Guardados en un cristal
Los zapaticos de rosa.

 
En el tercer número  de La Edad de Oro en la sección La última página, Martí también llegó a exponer:”Así es la vida, que no cabe en ella todo el bien que pudiera uno hacer.”
Y seguidamente resaltó: “Los niños debían juntarse una vez por lo menos a la semana, para ver a quién podían hacerle algún bien, todos juntos.”
De Martí y de cómo fue capaz de educar, no sólo al realizar las funciones como maestro en un aula, sino igualmente con el empleo de la palabra escrita u oral, han opinado relevantes investigadores cubanos y de otros países, entre ellos el poeta y ensayista doctor Cintio Vitier.
En una  conferencia ofrecida el 10 de julio de 1997 en el VIII congreso de los Trabajadores de la Educación aseguró:  “Educadores son sus discursos, sus versos, sus cartas. Profundamente educadora es su obra periodística: la de México, analítica y consejera; la de Estados Unidos, multifacética, poemática, profética; la ceñidamente ideológica de Patria, con la bienhechora sección “En casa”. Educadores también por varios conceptos son su teatro diverso y su novela única. Educadores son siempre en él tanto su fundo como su forma, y el ajuste de ambos, que es a lo que llamó “estilo”. Llenos de información, instrucción y estímulo intelectual, tocando a veces zonas insondables, sus Cuadernos de Apuntes. Especialmente formadores del amor a la patria, del carácter moral y del decoro artístico son sus últimos Diarios.”

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