ribbon

La Zoología especulativa

12 de octubre de 2018

|

 

51dNGWHFcUL._SX406_BO1,204,203,200_

 

Imaginar, imaginar, imaginemos que han transcurridos 50 millones de años y el ser humano ha desaparecido de la faz del planeta, ya no hay restos de nuestra presencia, ¿Cómo se desarrollará la vida animal y vegetal sin la presión humana? ¿Qué nuevos mecanismos accionará la selección natural para transformar especies tan comunes como los conejos, o pequeños invertebrados, o la fauna marina? Esta premisa tan intrigante es la que recorrió la mente de Dougal Dixon (Escocia, 1947) cuando publicó en 1981 el primero de su serie de libros: “After Man”. Dixon, paleontólogo, pero sobre todo artista imaginativo, recorrió a lo largo de decenas de ilustraciones, argumentos y descripciones cómo podría ser el mundo 50 millones después de la extinción del hombre, Dixon pronostica las especies que, libres de la influencia humana, se habrán adaptado a nuevos nichos ecológicos dados por el movimiento de las placas tectónicas: Europa y África se habrían unido, como también Norteamérica y Asia y Australia y el sudeste asiático. Sudamérica, por otro parte, habría cortado el cordón umbilical con el norte.

Este año (2018) su obra ha sido reeditada. Una mezcla entre ciencia y ciencia ficción, donde el autor imagina una Tierra del futuro tomando como base sus conocimientos de paleontología, biogeografía, zoología y biología en general: se trata de una evolución especulativa, cómo los distintos tipos de especies podrían evolucionar a partir de los seres vivos actuales sin la presión humana. Así, en este libro podemos soñar con una zoología muy distinta a la que conocemos hoy: un castor mucho más grande que ha aprendido a trepar por los árboles; conejos que han aumentado en tamaño, alargado sus patas; ratas tan grandes como un perro; sapos que imitan a las flores; mamíferos zancudos como las grullas que pescan en embalses de agua.

 

 Acechador nocturno

Acechador nocturno

 

Aún más fantasiosos, aquellos “nuevos animales” como el terrorífico “Night Stalker” (acechador nocturno): un murciélago que ha cambiado sus alas por patas y garras, un “vampiro” que se traslada por tierra. Esta fantasía está basada en algunos comportamientos descritos en vampiros de Nueva Zelanda, cuyo capacidad locomotora a ras de suelo ha sido objeto de estudio y se especula si, en ausencia de depredadores, podrían hacer del suelo su medio natural ¿quizás? Este depredador nocturno, Dixon lo describe como un animal de metro y medio que caza reptiles y mamíferos en manadas, durante la noche.

El “Rabbuck”, que evolucionó a partir del conejo actual, sería uno de los animales dominantes del planeta, casi sin competencia por el alimento, el conejito habría evolucionado con notorios cambios de tamaño: sus patas que le permiten moverse en brincos, cambiaron hasta adaptarse a zonas de pampas, bosques y praderas, pareciéndose mucho más las gacelas, sería tan exitoso – apunta Dixon – que ni los desiertos ni el ártico estarían libres de estos rabbucks.

 

Flooer

Flooer

 

Los “Flooer”: seres descendientes de pequeños roedores que han desarrollado en su cabeza una simulación de flores, imitan el olor del néctar, y se alimentan de los insectos que atraen.

La tundra del norte de Europa y Asia estaría dominada por antílopes gigantes, cuya migración desde África e India se vería facilitada por los cambios tectónicos. Serían animales del tamaño de elefantes, que desarrollarían en estas latitudes un casco-cuerno para protegerse de sus depredadores. Los primos de estos antílopes gigantes estarían más al norte, cerca del círculo polar, que podrían ser cazados por un gran roedor, usurpador del oso polar como depredador de la zona, con grandes colmillos para desangrar a sus víctimas, repitiendo un antiguo patrón ya visto en los dientes de sable.

El “Vortex”, bella criatura imaginada por Dixon, sería el animal más grande en esta futura Tierra, según el autor, sería algo así como un gran pingüino que evolucionó y se adaptó totalmente a la vida acuática, este animal desarrolló la habilidad de retener el huevo internamente hasta que estuviera listo para incubar y hacer nacer sus crías en el mar abierto. Desaparecidas las ballenas y liberados estos “pingüinos” de la necesidad de ir a la orilla, esta gran especie se convirtió en completamente marina, escribió el paleontólogo.

Los desiertos no escaparon a la fértil imaginación de Dixon, en ellos aparecieron animales de grandes proporciones y ocuparon el nicho dejado por los extintos camellos, serían una especie de mega-rata de tres metros, con rasgos similares al canguro, pero con características de camélidos: pueden perder gran parte de su peso sin secuelas de salud, toleran grandes fluctuaciones de temperaturas, poseen pliegues que protegen sus ojos y nariz de la arena, y a diferencia del camello, este animal acumula grasa en su cola.

¿Y los felinos? Señala Dixon, que los grandes carnívoros también estarían en peligro de desaparecer: los tigres, leones, lobos, son tan especializados que pequeños cambios en el ambiente tendría un gran impacto en su población. Es por eso que el mundo de los carnívoros estaría comandado por roedores, quienes primero vivirán alimentándose de lo que sea, hasta que los grandes depredadores les cedan su lugar. Es ahí donde comenzarán a desarrollar una dentadura más adecuada para devorar carne. Pero, apunta también este autor, que es posible que una línea de grandes felinos podría sobrevivir en los bosques de África y Asia, y lo haría gracias a su habilidad para moverse entre los árboles, donde están la gran mayoría de sus presas: se trata del “Striger”, una especie de tigre en cuerpo de mono que tendría un impacto tremendo. Escribe Dixon: “Como es normal, cuando un factor ambiental tan radical como este es introducido, la evolución toma lugar en rápidos saltos, porque ahora atributos físicos totalmente distintos son ventajosos”. Así es como un mono desarrollaría una especie de armadura frontal que le permitiría enfrentarse a este terrible predador.

¿Y los primates del futuro? Como acabamos de mencionar, en pocos millones de años los grandes felinos quedarían casi extintos, los monos bajarían de los árboles y comenzarían a evolucionar adquiriendo características que los hacen más ágiles, poniéndose a la par de los gigantílopes, variantes inmensas de los antílopes mencionados ya. También fueron cambiando progresivamente su dieta de omnívoros a carnívoros. Así, se mencionan en el libro la aparición de los “Raboons”, evolución distante de los babuinos que parecen dinosaurios con ropa de mono.

Nos sigue asombrando Dixon, en este futuro, los reyes son aquellas plagas y parásitos que el ser humano, con anterioridad, había tratado de eliminar sin éxito y, las víctimas, todos aquellos animales que llegaron a ser tan dependiente del Homo sapiens en su última etapa, que sin la presencia nuestra, se extinguieron. En este grupo están las vacas, ovejas, cabras y caballos.

¿Qué dice el autor en relación con las especies en peligro de extinción? En el libro no aparecen estas especies porque se da por hecho que no serán capaces de prosperar aunque el hombre desaparezca.

Dixon también ha explorado otros aspectos de la biología especulativa. Por ejemplo, en “El hombre después del hombre: una antropología del futuro” (1990) aborda el impacto de la ingeniería genética en el hombre del futuro y en “Los nuevos dinosaurios” (1988) desarrolla la evolución de estas criaturas en un mundo donde la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno (período de extinciones masivas de especies hace aproximadamente 65 millones de años) nunca ocurrió. Sin dudas, este autor ha demostrado un gran dominio científico, pues en este último libro, describió dinosaurios hipotéticos muy similares a restos reales que fueron descubiertos años después. De todas formas, imaginación y creatividad no le faltan. Su trabajo ha inspirado a muchos artistas conceptuales, quienes, en sus películas, han creado criaturas fantásticas preocupándose de darles un contexto biológico congruente.

 

Recordemos que… “la Naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre”. Sólo hay un modo de que perdure: respetarla y servirla.

Galería de Imágenes

Comentarios