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La Sonora Matancera. Cronología de un proceso (I)

21 de julio de 2022

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Sonora Matancera - 1928 01

 

El 12 de enero de 1924, en la ciudad de Matanzas, más preciso aún, en la barriada de Ojo de Agua, sito en esta ciudad, un grupo de jóvenes músicos comandados por el percusionista, tresero y trabajador portuario, Valentín Cané, junto a su coterráneo y contrabajista Pablo Vásquez Govín, organizaron una agrupación musical a la que bautizaron como Son de la Tuna, o Tuna Liberal.

Otros amigos y allegados a ambos músicos, también se sumaron a la agrupación, fueron: Manuel Sánchez e Ismael Goberna, además, Eugenio Pérez, cantante; Manuel Sánchez, en los timbalitos; e Ismael Goberna en la trompeta.

Los cuatro guitarristas, que en principio alinearon en la Tuna Liberal fueron: Domingo Medina, Juan Bautista Llópis, José Manuel Valera y Julio Govin.[1] Como se puede observar, el formato era el de una verdadera estudiantina sonera y no un sexteto de sones a la manera occidental.

Para esta fecha, ya el son había alcanzado un revelador auge en occidente, en especial en las ciudades de La Habana y Matanzas, múltiples y variadas grabaciones, han dejado constancia de estas acciones.

Andando el tiempo, la Tuna Liberal se daba a conocer como Estudiantina Sonora Matancera, algo después, Sexteto Sonora Matancera y definitivamente, establecidos en La Habana, como Conjunto Sonora Matancera.[2]

En 1926 suprimieron tres de las cuatro guitarras, para asumir características propias del formato instrumental básico occidental, conocido como sexteto sonero. Entonces ingresa en la alineación el cantante, maraquero y de oficio pescador, Rogelio Díaz Alonso, por décadas conocido por “Caito”, dueño absoluto de una afinada y aguda voz de soprano, por lo que replantearon, el nombre de la agrupación por el de Septeto Soprano. Aparejado a estos acontecimientos, ingresa el guitarrista Rogelio Martínez, artífice en los caminos de futuros éxitos de la agrupación por toda la vida.[3]

Estos fueron los años de gloria de los sextetos soneros, Occidente, de María Teresa Vera; Sexteto Matancero, de Isaac Oviedo; Agabama, Munamar, Enrizo, y por supuesto el Sexteto Habanero.

En 1927 el camino hacia el éxito de la Sonora Matancera, quedó decidido con la entrada al mismo del guitarrista Rogelio Martínez, quien optó por sumarse a la agrupación en un viaje de la agrupación a la capital cubana, ocurrido el 27 de enero de 1927, para instalarse en una casa localizada en la calle Puerta Cerrada, en el barrio de Jesús María.

Tomada esta decisión, los de la Sonora encontraron trabajo en la academia de baile Marte y Belona y desde allí consiguieron un contrato para grabar con la firma discográfica Víctor.

 

Notas:

[1] Se dice que era primo de Bubú.

[2] Información asentada en el Registro de Asociaciones de la República de Cuba con fecha 31 de septiembre de 1931; libro 19, folio 186; expediente 7771, legajo 323, que obra en el Archivo Nacional de la República de Cuba.

[3] Héctor Ramírez Bedoya: Historia de La Sonora Matancera y sus Estrellas. Medellín, Colombia, 1998, Segunda Edición. Tomo I.

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