La realidad de un charanguero (I)
20 de noviembre de 2023
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Mi primer contacto con el gran flautista cienfueguero, Efraín Loyola; ocurrió estando sentado junto al trovador Lázaro Garcia, director de los estudios de grabaciones cienfuegueros Eusebio Delfín, en una audición de prueba realizada al virtuoso guitarrista espirituano. Roberto Jiménez, funciones que movieron a mí y a Loyola, admiración y elogios, a cada acorde desplegado por el inmenso guitarrista.
Algo después, estando en la roseta del parque José Martí de Cienfuegos, me saludó un Loyola con muestras de un gran afecto dando la impresión de habernos conocido por años,
En el transcurso de múltiples visitas realizadas a Cienfuegos, los encuentros con Loyola se hicieron frecuentes, por ejemplo, en el estreno del documental Orquesta Aragón, de la realizadora cubana, Ileana Rodríguez. En esa ocasión lucía con orgullo una vistosa chaqueta amarilla y un sombrero de paño oscuro.
En otra ocasión, en la filiar de la UNEAC de Cienfuegos, fui testigo fortuito de calurosos debates acerca de la música de concierto, donde Loyola encabezaba la voz cantante, me saludó con una ligera inclinación de cabeza, haciendo un discreto saludo con su diestra.
Pienso que la última vez que lo vi personalmente, fue algo antes de su lamentable fallecimiento, en un extraordinario mano a mano de flauta, entre él y Richard Egües, tal vez, avivado por su hijo, el también flautista, José Loyola, desarrollado una larga noche, en una enorme plaza repleta de público. Resulta posible, que el encuentro, entre estos dos colosos de la flauta, no se llegara a grabar; de no haber ocurrido, se ha perdido para siempre, la sonoridad conjunta de dos grandes metier de la flautistica popular cubana.
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