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La primera visita de José Martí a Cayo Hueso

24 de diciembre de 2021

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Retrato de Martí, parecer estar hecho durante su primera visita a Cayo Hueso, en diciembre de 1891.

Retrato de Martí, parecer estar hecho durante su primera visita a Cayo Hueso, en diciembre de 1891.

 

El año de 1891 culminó para el movimiento patriótico cubano con la presencia de Martí en Cayo Hueso, esa isla al sur del estado de la Florida y que marca el punto más meridional de Estados Unidos. Desde años antes, la instalación allí de fábricas de tabaco impulsó el traslado de obreros cubanos, muchos de ellos con sus familias. En consecuencia, Key West, su nombre en inglés, se transformó en Cayo Hueso, como aún le conocemos.
Conquistado a finales de noviembre eI apoyo de los emigrados de Tampa, Martí no esperó mucho para trasladarse desde Nueva York al Cayo. Partió el 22 de diciembre, el 24 estaba en Tampa y el día siguiente, acompañado de varios líderes tampeños y de una banda de música abordó la embarcación que en poca horas le dejó en el Cayo.
Su estancia fue una gran fiesta patriótica que se unió a los festejos pascualas. A pesar de que una broncolaringitis le impidió desplegar su oratoria de inmediato, pues le hizo pasar en cama varias jornadas, no dejó de conversar con Fernando Figueredo, José Dolores Poyo y José Francisco Lamadriz, este último conocido por Martí desde la época de la expedición de Calixto García para incorporarse este a la Guerra Chiquita.
El 30 de diciembre fue su primera aparición pública en la fábrica de tabacos del cubano Eduardo Hidalgo Gato, donde los obreros le regalaron un álbum en que habían estampado sus sentimientos de amor por la patria libre. Por quince días se extendió su presencia en el Cayo: visitas a tabaquerías, discursos, reuniones y mucho trabajo con la pluma se impusieron sobre su malestar físico.
Por esos días, en pocas líneas, le escribía así a Gonzalo de Quesada, ya entonces uno de sus principales colaboradores en Nueva York: ”En cama, muy mal. Mucho mérito en el pueblo, y muchos corazones nobles. Desde la cama, junto. Aquí me tiene rodeado de una guardia de amor. Pero no puedo escribir, ni me iré sino, cuando todo esté en sazón.” Y le añade su impresión acerca de aquellos emigrados: “¡Qué diferente este Cayo de almas,—y de abnegaciones . que hacen llorar,—del Cayo turbio que antes nos pintaban, y del que apenas quedan restos! ¡Y qué bondad en el pueblo unánime y embanderado!”
Las diferencias y divisiones durante la Guerra de los Diez Años entre la emigración de Nueva York y la del Cayo comenzaban a ceder ante el empuje del liderazgo martiano. Ya en pie, hasta su salida el 6 de enero, Martí fue un torbellino en la vida de aquella población: presenta, defiende y explica su idea de una organización política para unificar a los patriotas. Armoniza sus criterios en varias sesiones con los líderes locales, entrega su oratoria apasionada en el Club San Carlos, reúne a todas las asociaciones y a los de Tampa y logra acuerdos en torno a la versión inicial de las Bases y Estatutos del Partido Revolucionario Cubano. Le eligen para presidir la Comisión Recomendadora de esos documentos ante las demás emigraciones.
El 6 de enero de 1892 se despide Martí del Cayo en un festivo acto y una multitud le acompaña hasta el muelle. De seguro retorna feliz a Tampa: ha empezado la campaña para la libertad de la patria, y Martí tiene conciencia de que él es el fuego que la alimenta. Poco después diría en carta a Fernando Figueredo la frase con la que definiría la significación del Cayo para la patria que se habría de conseguir: “¿Su Cayo?: es la yema de nuestra república.”

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