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La polémica de José Martí con Enrique Collazo

21 de enero de 2022

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El 6 de enero de 1892 el periódico habanero La Lucha publicó una carta abierta de Enrique Collazo, en la que tildaba a Martí de cobarde por no haber participado en la contienda, lo acusaba de vivir adulando a los emigrados “para arrancarles sus ahorros” y que no estrecharía su mano en la manigua de Cuba porque seguramente que Martí estaría “dando lecciones de patriotismo en la emigración, a la sombra de la bandera americana.”

Estas graves imputaciones fueron la reacción de quien había alcanzado el grado de comandante mambí durante la Guerra de los Diez Años ante la alusión crítica de Martí en su discurso en Tampa, el 26 de noviembre de 1891, al libro A pie y descalzo, del teniente coronel Ramón Roa, donde se contaban las vicisitudes de la epopeya de 1868 a 1878.

El 13 de enero Martí respondió con una extensa misiva enviada a Collazo con copia a los periódicos La Lucha, El Porvenir, de Nueva York, y El Yara, de Cayo Hueso. El primero no lo reprodujo, pero los de la emigración sí lo hicieron.

Con lenguaje fuerte, y respeto hacia el patriotismo del acre acusador, este documento desmonta cada uno de sus argumentos y al mismo tiempo deja abierta las puertas para un entendimiento entre ambos. Así, explica sus gestiones de muchos años para evitar que ante una nueva guerra volviese a ocurrir un divorcio entre los que combaten en Cuba y la emigración y para evitar los errores que dieron al traste con aquel primer esfuerzo libertador. Por ello dice Martí que no habló en Tampa contra los militares patriotas que vivían en la Isla y cita varias expresiones suyas demostrativas de su respeto por ellos, y afirma: “El que peleó en la revolución es santo para mí, Sr. Collazo.”

En su respuesta también aclara que ni el destinatario ni los otros tres que le acompañan con su firma deben sentirse aludidos por sus palabras en Tampa, pues él se refería quienes de hecho servían al gobierno colonial, como el autor del libro mencionado, quien quizás “erró sin voluntad”, pero que “al ocultar parte de la verdad, “la que impele y anima”, dice lo que le conviene al enemigo, lo cual “es delito”. Y al propagarse de ese modo “la creencia en la inutilidad del sacrificio indispensable” se “peca contra el deber de evitar una guerra de la desesperación.” Y por eso, añade Martí, que las emigraciones se quieren juntar con los cubanos residentes en la patria, idea que concluye copiando una de las Bases del Partido Revolucionario Cubano en que se plantea que la nueva guerra sería “para el decoro y el bien de todos los cubanos.”

Un largo párrafo dedica el Maestro a explicarle a Collazo cuál ha sido el objeto de su vida, que no ha aceptado componendas con los autonomistas, ni servicios para el gobierno español, ni ha tomado dinero de los emigrados para sí. “Creo, Sr. Collazo, que he dado a mi tierra, desde que conocí la dulzura de su amor, cuanto hombre puede dar. Creo que he puesto a sus pies muchas veces fortuna y amor. Creo que no me falta el valor necesario para morir en su defensa.” Y cierra la carta en su párrafo final afirmando su disposición de darle la mano en la manigua olvidando así que Collazo lo ha calumniado y que tendría “vivo placer en recibir de Vd. una visita inmediata, en el plazo y país que le parezcan convenientes.”

La patria les unió. En noviembre de 1894 Collazo se reunió con Martí en Nueva York para organizar juntos la guerra necesaria, y, según el mambí, se dieron un abrazo leal en la estación de ferrocarril donde Martí le esperaba, y en enero de 1895 estampó su firma junto a la del Delegado del Partido Revolucionario Cubano en la Orden de alzamiento. En 1900, en su libro Cuba independiente, Enrique Collazo dedicó un amplio espacio a sus recuerdos acerca de Martí durante aquellos tiempos en que trabajaron juntos por la patria. Le llamó “hombre notable y de condiciones excepcionales y poco comunes”, que terminó “como héroe y soldado” y predijo lo que ha ocurrido desde entonces: “Su apoteosis la harán los cubanos más tarde, conservando su efigie y su memoria entre sus grandes hombres.”

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