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La plazuela de Albear I

7 de marzo de 2014

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Plazuela-de-Albear,-finales-del-siglo-XIX

Plazuela-de-Albear,-finales-del-siglo-XIX

Cuenta el periodista Federico Villoch, en sus crónicas que escribiera en los años 1940,  que a finales del siglo XIX esta plazoleta era uno de los centros más animados de La Habana, en el que sucesos, cuentos y tonadillas repercutían con mayor fuerza que en otros espacios de la ciudad. Afirma que por los años 1880 era costumbre ver en esta plazoleta, entre 11 y 12 del día, luego de haber recorrido toda la calle Obispo, dos marineros mutilados de la marina de guerra austriaca, que contaban sus hazañas y las desgracias de su fragata, personajes estos que se hicieron muy populares. Habituales también eran los negritos vendedores de periódicos y el vagabundo Venturita, que marchando marcialmente con una barreta de hierro al hombro, precedía al batallón de voluntarios encargado de revelar la guardia del Palacio de los Capitanes Generales, que a las 9 de la mañana atravesaba esta plazoleta y bajaba por la calle Obispo al son de su banda de música. Muy cerca de la plazoleta, en las llamadas ruinas de Zulueta –luego la Manzana de Gómez– se instaló una colonia de indigentes que fueron ahuyentados cuando se empezó a construir el primer piso del edificio.

03Monumento a Albear, primeros años del siglo XX

03Monumento a Albear, primeros años del siglo XX

Fueron famosas en esta plazuela las funciones de títeres de don Sinesio Soler, conocidos por Toribio y Cristobita, quienes atraían gran variedad de público, principalmente infantil. Todas las noches el lugar se veía pletórico de público que acudía a ver los panoramas o cuadros que aquí se exhibían, rústicos paisajes que eran los cines de la época, copiando en grande y en colores los grabados de importantes sucesos que publicaban la Ilustración Española y Americana, la Artística, y otros periódicos gráficos de la metrópoli. El panorama consistía en una tela de medidas gigantescas en un local estable en la que había pintada una vista panorámica que dispuesta de forma circular e iluminada desde el techo, era vista por los espectadores situados en el centro del círculo quedando estos imbuidos en la imagen. Está considerado como una de las manifestaciones del precine y los temas que trataban eran la visión de las ciudades, el viaje a otros lugares y la contemplación de grandes acontecimientos históricos y militares, entre otros tópicos grandilocuentes. Con ello, la plazuela tuvo el privilegio de ser de los primeros sitios de La Habana en poseer este artilugio, primer medio visual puesto al alcance de todos.
En 1878, en el Parque Central y dando frente a la plazoleta de Monserrate se levantaron, durante las fiestas de la Paz del Zanjón, dos enormes columnas de cristales de colores, iluminadas en su interior por numerosos mecheros de gas que producían un grandioso efecto y resultaban, en materia de iluminaciones, de lo mejor que se había conocido.

Monumento a Albear, actual

Monumento a Albear, actual

La imagen de la plazuela de Monserrate cambió radicalmente en 1895 cuando se erigió el monumento a Francisco de Albear, como parte de la transformación que ocurrió en la zona a partir de la demolición de la Muralla, donde las obras conmemorativas comienzan a tener una fuerte presencia.

Ceremonia de inauguración de la plazuela de Albear, 15 de marzo de 1895

Ceremonia de inauguración de la plazuela de Albear, 15 de marzo de 1895

A poco más de dos décadas de la inauguración de la plazuela de Albear, en 1916, el Alcalde de La Habana aprobó, en conjunto con el Jefe del Departamento de Fomento, el mejoramiento del sitio, que ya para esos años denotaba abandono. Las obras comprendían el espacio del parque propiamente y el área entre la Manzana de Gómez y el Teatro Albisu; consistieron en ampliar las aceras de estos edificios en un ancho de 4m, colocar en las mismas lujosas farolas y plantar nuevos árboles.

 

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