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La persistencia de Emilio Correa

10 de octubre de 2014

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emiliocorreaDos reveses consecutivos en el inicio de una carrera tal vez hubieran sido suficientes para alejar al derrotado de los cuadriláteros boxísticos; sin embargo, Emilio Correa quiso seguir adelante, a pesar del desastroso comienzo, y esa perseverancia cambió su vida para siempre.

Con 14 años, el joven Emilio llegó al gimnasio Los Hoyos, en su natal Santiago de Cuba y allí aparecieron los primeros intercambios de golpes con rivales desconocidos. No tuvo mucha suerte y en su debut oficial, en octubre de 1966, perdió frente a Mario Tejeda y poco después volvió a caer. Luego, las derrotas desaparecieron y durante más de un lustro Emilio fue el mejor peleador del mundo en los 67 kilogramos.

Para llegar hasta ese momento, Correa tuvo que sudar mucho en los entrenamientos y más de una vez regresó cabizbajo a casa. Debutó en 1969, en la segunda versión del torneo internacional “Giraldo Córdova Cardín”, aunque allí cedió por 4 a 1 ante el habanero Arnaldo Martínez. Un año más tarde, llegó a la final y fue derrotado por un gran boxeador, Enrique Regüeiferos, medallista de plata en la Olimpiada de México, en 1968.
En aquel entonces Correa peleaba en los 63,5 kilogramos, tenía 18 años y un futuro promisorio. Aumentó algunas libras y pasó a la división inmediata superior, los 67 kilos. Sus demostraciones convencieron a los técnicos quienes lo incluyeron en la selección nacional que participó en los Juegos Panamericanos de Cali, en 1971.
Su primer viaje fuera de Cuba fue exitoso, porque Correa alcanzó la corona panamericana, con un triunfo decisivo sobre el norteamericano Larry Carlisle. No obstante, Emilio tuvo que demostrar en el campeonato nacional “Playa Girón” de 1972 que él era el mejor hombre en su división. El evento se efectuó en Santiago de Cuba y, ante su público, el fogoso peleador pasó por encima de Andrés Molina y Félix Betancourt. Esta brillante actuación le aseguró un lugar en el equipo olímpico.
La Olimpiada de Munich, en 1972, dejó muy gratos recuerdos. Hasta esa fecha los peleadores cubanos no habían logrado un título y solo acumulaban dos preseas de plata, en 1968, de Regüeiferos y Rolando Garbey; pero la historia cambiaría a partir de la cita en la ciudad germana.
Correa compitió en los 67 kilos y sus 20 años tal vez despertaban algunas dudas en los escépticos; sin embargo, sobre el ring lució como un experimentado boxeador. Abrió ante el italiano Damiano Lassandro y lo venció por decisión unánime de los jueces, 5 a 0. Después lanzó a la lona al alemán Manfred Wolke y, en su tercera presentación, peleó frente a otro germano, este de la parte federal, Günter Meier.

Contra el local las cosas se complicaron para Correa quien apeló a su excelente preparación física y obtuvo un cerrado veredicto de 3 a 2. En la semifinal el contrario fue el norteamericano Jessie Valdez. Otra vez el combate estuvo muy reñido y los jueces le otorgaron la mínima ventaja a Emilio, 3 a 2.
El domingo 10 de septiembre cuatro cubanos subieron al cuadrilátero en la búsqueda del título olímpico. El orden de los pesos estableció que Orlando Martínez, de los 54 kilogramos, fuera el primer hombre de nuestro país en pelear y dominó sin problemas al mexicano Alfonso Zamora. Entonces le correspondió a Correa. Su rival parecía ser el más fuerte de todos los que había enfrentado con anterioridad: el húngaro Janes Kadji.
Pero Correa estaba en óptima forma y esa noche tuvo, quizás, el mejor combate de su vida: paseó la distancia ante el europeo y ganó la medalla de oro olímpica, con un triunfo por 5 a 0.
Los éxitos continuaron y entre 1973 y 1976, Correa retuvo su condición de titular nacional. En ese período su victoria más sobresaliente la logró en el primer campeonato mundial, celebrado en La Habana, en 1974. Su pelea contra el norteamericano Clinton Jackson es una de las más recordadas, porque el norteño había asegurado que tumbaría a Emilio; aunque en el ring de la Ciudad Deportiva habanera se vivió una realidad diferente: el estadounidense cayó a la lona y el árbitro llegó a la cuenta de 10.
No obstante, Jackson encontró el desquite en los Panamericanos de México, en 1975, cuando venció a Correa en semifinales y dejó al cubano con la medalla de bronce. En su segunda participación olímpica, en Montreal 1976, Emilio no pudo defender su corona y cedió inesperadamente, por RSC, frente al venezolano Pedro Gamarro.
Después de esa Olimpiada, el declive de Correa fue más evidente. En 1978 perdió el título nacional, al caer ante el camagüeyano Alberto Montoya. Volvió a aumentar de peso, pasó a los 71 kilos y en esa división obtuvo su último gran triunfo sobre un cuadrilátero: venció a Luis Felipe Martínez en el “Playa Girón” de 1979.  Tenía 27 años; pero ya no era el mismo boxeador de un lustro atrás. El retiro, doloroso, fue la mejor decisión.
El apellido Correa continúa ocupando titulares en los espacios deportivos de los medios de comunicación. Emilio Correa Júnior siguió los pasos de su padre y estuvo en la final olímpica de los 75 kilogramos, en Beijing 2008. Nunca antes una pareja de padre-hijo había subido al podio de premiaciones del boxeo en citas estivales; aunque Correa Jr. no pudo repetir la actuación de 1972 y perdió con el británico James Degale. De cualquier forma, los Correa tienen ya un espacio en la larga y rica historia del pugilismo cubano.

 
Triunfos de Emilio Correa:

 

•    Campeón nacional en seis ocasiones
•    Campeón en seis oportunidades del Torneo Internacional “Giradlo Córdova Cardín”
•    Campeón olímpico en Múnich, 1972
•    Campeón mundial en La Habana, 1974
•    Campeón en los Juegos Panamericanos de Cali, 1971
•    Campeón en los Juegos Centroamericanos de Santo Domingo, 1974
•    Campeón en el Torneo Internacional “Cinturón de Oro” (Rumania, 1973)
•    Campeón en el Torneo Internacional Ulan Bator (Mongolia, 1976)
•    Campeón en el Torneo Internacional “Strandzha” (Bulgaria, 1970)

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