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La paciente impaciencia de Villa Clara

4 de octubre de 2013

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Después de 18 años de larga e impaciente espera, finalmente Villa Clara ganó su quinto título en la Serie Nacional de béisbol, al derrotar a Matanzas en el playoff decisivo; pero, ¿cómo fueron sus triunfos anteriores?
Villa Clara debutó con ese nombre en la decimoséptima Serie Nacional, en la temporada 1977-78. La primera corona de los villaclareños llegó en la vigésimo segunda Serie, jugada en 1983. Aquel equipo, bajo la conducción de Eduardo Martín Saura, fue invencible y conquistó el campeonato con un balance de 41 triunfos y solo 8 reveses.
En esa época, la estructura del evento no contemplaba la celebración de playoffs, sino que el máximo ganador, por el sistema de todos contra todos, se llevaba la corona. Las 41 victorias en 49 desafíos significaron un promedio de 837 que continúa como récord nacional.
La figura de los campeones ya era el jardinero Víctor Mesa; mientras, la defensa también era brillante, con Albertico Martínez como receptor, Alejo O’Reilly en la primera base, Pedro Jova en el campo corto y Rafael Orlando Acebey en tercera. El cuerpo de lanzadores permitió pocas libertades a los bateadores rivales y en este rápido recuento es imprescindible resaltar el trabajo realizado por Mario Veliz, el zurdo José Riveira, Isidro Pérez, José Ramón “El Tigre” Riscart y Guillermo Martín.
Después, los fanáticos villaclareños tuvieron que esperar 10 años para volver a levantar el trofeo. En la trigésimo segunda Serie Nacional, 1992-1993, los Naranjas, dirigidos por Jova, enfrentaron en el playoff final a Pinar del Río. Aquel duelo tuvo varios momentos memorables. Por ejemplo, en el primer partido, desarrollado en el estadio “Capitán San Luis”, Víctor Mesa conectó dos jonrones frente al zurdo Omar Ajete y estos batazos fueron fundamentales para el triunfo de 4 carreras por 3.
Otro hecho inolvidable ocurrió en el quinto desafío, celebrado en el “Sandino”. El playoff estaba empatado a dos triunfos y los pinareños tomaron una cómoda ventaja de seis carreras que parecía decisiva; sin embargo, los villaclareños remontaron la diferencia y obtuvieron la victoria. Dos días más tarde, vino el remate, nuevamente en el “Capitán San Luis” y, de esta manera, Villa Clara ganó su segundo título y comenzó una etapa de gloria de su béisbol que se extendió hasta finales de la década del noventa.
En la Serie 33, 1993-1994, los villaclareños lograron regresar a la gran final, esta vez frente a Industriales. Ese playoff ha sido uno de los más reñidos de todos los tiempos y llegó hasta el séptimo juego. De ese duelo podemos recordar varios hechos: el jonrón de Juan Padilla que decidió el primer partido en extrainnings y la lesión de Lázaro Vargas que lo sacó del campeonato, en el segundo juego.
En el estadio “Latinoamericano”, en el tercer encuentro, se vivió una situación complicadísima. Con la pizarra 2 a 1, favorable a Industriales, la selección del centro del país colocó a un hombre en tercera base. Vino un fly a los jardines que permitió la entrada, sin mayores complicaciones, de la carrera del empate. Los Azules reclamaron que el jugador había salido adelantado y el árbitro, Alfredo Paz, decretó out. Como era de esperarse, la discusión en el estadio fue enorme; pero se mantuvo la decisión arbitral.
El séptimo juego del playoff se efectuó en el “Sandino”, de Santa Clara. Aquel fue un extraordinario duelo de pitcheo entre Orlando Hernández y Rolando Arrojo que arribó al final del noveno inning con igualdad en la pizarra a tres carreras. En la parte final de ese capítulo, un joven y ya prometedor receptor, Ariel Pestano, conectó un doble. Poco después, Michel Perdomo disparó el jit al jardín derecho que dejó tendido en el terreno a Industriales y le permitió al equipo villaclareño levantar, por tercera ocasión, el trofeo de campeón.
Dos coronas consecutivas eran argumentos suficientes para considerar a Villa Clara como el principal favorito para la Serie Nacional 35, 1994-1995. Pedro Jova se mantuvo al frente de una “Naranja Mecánica” que aplastó a todos sus rivales. La diferencia sobre los demás era evidente y los villaclareños ganaron el grupo con la mejor marca para ese formato de competencia, 44 triunfos y solo 18 reveses. Luego, en el playoff semifinal, apabullaron a Holguín y volvieron a chocar, en la final, ante Pinar del Río.
Ese playoff quizás haya sido más reñido de lo esperado. Después de ganar los dos primeros desafíos, en casa, los villaclareños pensaron que ya tenían el campeonato en el bolsillo. Ese fue su error, porque los pinareños triunfaron en el tercer y cuarto juego e igualaron la serie.
En el quinto desafío, los pinareños tomaron el mando, 5 carreras a 1; pero; poco a poco, los campeones descontaron la diferencia, hasta lograr una ventaja de 7 a 5. Entonces, en el cierre del noveno innings, llegó el batazo más espectacular del playoff: con dos outs y un hombre en circulación, Omar Linares disparó un jonrón, por el jardín izquierdo, que empató el desafío. Esto forzó el extrainning y, en el undécimo capítulo, los villaclareños marcaron ¡7 carreras! Ahí terminaron las posibilidades de los pinareños porque, al regresar al “Sandino”, Villa Clara ganó el sexto desafío y conquistó su tercera corona en línea.
El récord de más títulos consecutivos de un equipo en Series Nacionales pertenece a Industriales, con cuatro coronas, entre 1963 y 1966, bajo la dirección de Ramón Carneado. En 1995, los villaclareños querían empatar esa marca y eran los favoritos para derrotar a Industriales, en el playoff final; sin embargo, los Azules, dirigidos por Pedro Medina, rompieron los pronósticos y ganaron el duelo en seis partidos.
A partir de ese revés comenzó una “maldición” sobre el béisbol villaclareño. En otras cinco ocasiones ese equipo llegó a la final y siempre salió cabizbajo. En 1997 Pinar del Río barrió a los Naranjas; luego, en 2009, estuvieron a punto de ser barridos por La Habana y en 2003, 2004 y 2011 cedieron ante su némesis, Industriales.
A pesar de los continuos reveses y de los constantes  cambios en la nómina de la selección, los fanáticos villaclareños siguieron confiando en su equipo. Esperaron, con paciente impaciencia, nada menos que ¡18 años! hasta que, finalmente, el “maleficio” se rompió en la Serie Nacional 52, entre 2012 y 2013.
La final fue ante Matanzas, un equipo dirigido por Víctor Mesa, quien había sido protagonista de los cuatro títulos de los Naranjas. En ese playoff, el lanzador Freddy Asiel Álvarez se convirtió en la gran figura y, sin dudas, el batazo más recordado fue el último jonrón de Ariel Pestano en Series Nacionales, al desaparecer la pelota, con las bases llenas y decidir el quinto juego.
El añorado triunfo propició la quinta corona para Villa Clara, en Series Nacionales y desató, entre los fanáticos de ese equipo, una euforia colectiva que, probablemente, se extienda hasta el comienzo de la edición 53 del principal espectáculo deportivo en Cuba.

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