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La Necrópolis de Cristóbal Colón

17 de abril de 2013

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Puerta principal Cementerio de Colon / Fotos: Alexis Rodríguez

La Necrópolis de Cristóbal Colón, declarado como Monumento Nacional, es una de las 21 necrópolis existentes en la ciudad de La Habana
Con sus 57 hectáreas, es el cementerio más importante del país y posee un gran número de obras escultóricas y arquitectónicas, por lo que muchos especialistas lo sitúan como segundo de importancia mundial, precedido solamente por el de Staglieno en Génova, Italia.
La mayor necrópolis de América exhibe en entrada un monumento de mármol de Carrara de 34 metros de largo y 21 en el que aparecen representadas las virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad. Esta portada es obra del arquitecto español Calixto de Loira y los relieves y las esculturas en mármol de Carrara son del cubano José Vilalta de Saavedra
El cementerio Colón data de 1854, momento en el que el gobernador Marqués de la Pezuela proyectó la construcción de una nueva necrópolis en La Habana cuando resultó insuficiente e inoperante el viejo Cementerio de Espada, idea que no pudo ser llevada a cabo en aquel entonces.
Su construcción fue autorizada por Real Decreto el 28 de julio de 1866 y el 30 de octubre de 1871 se inició la construcción. Las obras fueron concluidas casi quince años después, el 2 de julio de 1886.

Cementerio de Colón / Fotos: Alexis Rodríguez

Al traspasar la gigantesca portada de estilo bizantino, dos amplias avenidas, llamadas de norte a sur, Cristóbal Colón y Obispo de Espada, y de este a oeste Fray Jacinto, sirven de marcador principal para la división del cementerio en cuatro áreas, llamadas en sus inicios cuarteles. Su estructura es rectangular en forma de campamento romano y está compuesto por una retícula de calles, manzanas y lotes.
En la Necrópolis Cristóbal Colón, numerosos panteones son recreación a escala de las mansiones coloniales de sus dueños originales en otras épocas. Los arcos, las cúpulas, y los característicos vitrales de su magnificente arquitectura decoran las construcciones funerarias artísticamente.

Cementerio de Colón / Fotos: Alexis Rodríguez

Esas obras constituyen una de las características más notables del camposanto, ejecutadas en los variados estilos arquitectónicos y materiales, de acuerdo con la fecha de construcción y la posición económica del fallecido. Verdadero monumento arquitectónico de la antigüedad, la necrópolis cuenta, además, con el honor de ser el único cementerio americano dedicado al navegante Cristóbal Colón, descubridor de la Isla y de otros importantes destinos en el continente americano.
Si impresionantes son las construcciones, no menos formidables resultan sus estatuas, como el conjunto escultórico dedicado a un grupo de bomberos muertos trágicamente en 1890 en acto de servicio. Esta obra funeraria, de unos diez metros de alto, obra del escultor español Agustín Querol, representa a los bomberos fallecidos con sus verdaderos rostros. Como elemento significativo, no pudo encontrarse ni una sola foto o vestigio de uno de ellos en el que inspirarse, pero para no condenar su recuerdo al anonimato, el propio escultor, en un gesto muy de acuerdo con el romanticismo de la época, le prestó su propia apariencia. Y aumento así el efecto del acto heroico de los bomberos.

Monumento a los bomberos / Fotos: Alexis Rodríguez

Símbolos irrepetibles atraen a los visitantes al cementerio, caracterizado por la constante presencia de antorchas invertidas que recuerdan el término de la existencia humana, acompañadas de ramas de laurel y de relojes de arena alados, los cuales marcan con el descenso de sus granos lo irreversible de la vida terrenal.

 

Amelia Goire, “La Milagrosa” / Fotos: Alexis Rodríguez

Una de las tumbas más visitada es la de, una dama de la alta sociedad, que murió de parto y se le conoce como “La Milagrosa”; hasta allí llegan los peregrinos a hacer ofrendas y, sobre todo, mujeres embarazadas.
En el libro “Cuba Arquitectura y Urbanismo” de Enrique Martínez y Martínez se asegura que el Cementerio de Colón “fue la construcción religiosa más notable que se hizo en la ciudad durante el siglo XIX”.

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