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La música, lo cubano y la innovación (II)

25 de febrero de 2019

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Como lo prometido es deuda, continúo hoy refiriéndome a las opiniones del maestro Leo Brouwer sobre nuestra música, hace más de 30 años, por considerar que no han perdido su vigencia, y como un pequeño homenaje a sus 80 décadas de vida. En esta ocasión, me remitiré a una entrevista que le hiciera la revista Bohemia en 1986, incluida en el libro cuyo título encabeza nuestro comentario.

Todos sabemos que Brouwer es el creador del Concurso y Festival Internacional de Guitarra que, cada dos años (a partir de 1982), se celebraba en La Habana. Sobre el por qué se realizaba ese evento en Cuba, respondió: “De la nueva generación de guitarristas nace el planteamiento de por qué no prestigiar a la escuela cubana de guitarra, y al mismo tiempo lograr el desarrollo y lanzamiento de los más jóvenes; de ahí nuestro concurso y festival.” Aclaró Leo que existían treinta o cuarenta festivales en el mundo, y menciona los más importantes, clasificados  por el nivel de participación, y añade: “El de Cuba es elevado en cuanto al festival, y notable en el concurso, dadas las características geográficas de una isla a la cual  hay que llegar ex profeso,  no como en toda Europa, donde uno se traslada en pocas horas por carretera”. A la pregunta: ¿Cómo considera que se inserta cualitativamente hoy en día la guitarrística cubana en los ámbitos caribeño, latinoamericano y mundial?, la respuesta del maestro fue: “La guitarra latinoamericana tiene, desde hace muchos años, un sitio muy importante en la historia del instrumento. A ello Cuba ha aportado música e intérpretes de alto nivel, y sobre todo la esperanza de un boom de las nuevas generaciones, que vienen con una formación muy interesante. Pero dar un pronóstico dependerá más del arte de programar que de las capacidades individuales”. En cuanto a los aportes de la guitarrística cubana al campo internacional, Leo expresó: “El atractivo que puede brindar Cuba está en relación con los repertorios, la novedad y la información, más que en los grandes virtuosos que pueda crear”. Respecto a su labor interpretativa y a su obra de compositor, como hitos fundamentales en la historia de la guitarra cubana a él no le interesa mucho. “Lo que me interesa es vivir dentro de la cultura. Yo no he hecho nunca un gran papel en cuanto al desarrollo de la guitarra en Cuba. Hace muchos años se pensaba que como técnica “era rara”, pues no tenía técnica; luego, al venir a este país algunos virtuosos que tampoco tenían “técnica”, pero que tocaban más y mejor que nadie, se vio que no era falta de técnica sino que había otras técnicas. Y éste fue un paso interesante pero que nunca salió de mí, pues no es mi propósito ni crear cátedra ni sentar escuelas”. En cuanto a sus aportes en la creación de obras, el maestro Leo Brouwer siempre le ha interesado incursionar en fenómenos musicales que han estado subutilizados o distorsionados. Veamos ahora qué imagen le sugiere el nombre de Isaac Nicola, quien fuera su maestro. “Ese hombre fue el que dio realmente base a la escuela cubana de guitarra y fue mi único profesor, aparte de mi padre, quien me puso el instrumento en las manos. Pero es más que eso, lo más importante para un ser humano metido en el arte es o descubrir o reconocer en sí las capacidades artísticas y la sensibilidad. Yo tenía doce o trece años y estaba enamorado del flamenco, tocado como lo hacían Sabicas o Montoya, y una tarde Nicola me tocó la música del renacimiento, de los siglos XVIII y XIX, y supe entonces de mundos extraordinarios que me llegaron profundamente. En esto, por supuesto, decidió la sensibilidad y no la cultura, porque yo era totalmente acrítico en cuestiones culturales. Eso es lo fundamental cuando pienso en Nicola”.

En mi próximo y último comentario dedicado al maestro Leo Brouwer, usted conocerá otras opiniones suyas relacionadas con la familia Lecuona, con la música bailable, con el jazz y el rock, con la literatura, las artes plásticas, el teatro cubano y el cine.

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