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La música en función de la imagen

14 de marzo de 2014

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Aldo López Gavilán

Aldo López Gavilán

La música existe desde la época primitiva, y en todas partes del mundo. En sus orígenes sólo tenía una función: evocar a los dioses para calmar su ira o agradecerle todo cuanto tenían aquellas comunidades. Poco a poco, esa función social se extendió más allá de las creencias religiosas, y fueron surgiendo músicas de diversos tipos, géneros, estilos y formatos. En nuestros días, está presente  en todas partes, a toda hora y su utilización es diversa, aunque no siempre adecuada, sobre todo cuando juega un rol específico dentro de los medios audiovisuales. A su presencia en ellos dedicaré mi comentario de hoy.
Quienes se desempeñan dentro del mundo radial, televisivo y cinematográfico como realizadores de sonido, deben tener en cuenta que cuando la música está apoyando una imagen, su rol es secundario. Pero no siempre esto se tiene en cuenta, pues con frecuencia los diálogos entre los personajes de un programa dramatizado son casi inaudibles, debido a utilización de la música en primer nivel, cuando debería estar en tercero e, incluso, ausente, porque el silencio también es parte de la dramaturgia.
Lo que acabo de decir no sólo ocurre en Cuba, pues en muchas telenovelas y películas de importación se observa el mismo problema. ¿Acaso los realizadores de sonido que incurren en este error desconocen las reglas? Y me surge otra pregunta: ¿por qué el director de esos programas no evitó algo que puede conducir al rechazo del radioyente o el televidente?
Otro problema frecuente, relacionado con la música en función de la imagen es la inadecuada selección de obras, pues no es lo mismo una trama que se desarrolla en la Edad Media, que otra en la época actual o en países diferentes; ni tampoco puede ignorarse el carácter de la obra que se está musicalizando. Un buen realizador de sonido debe estar bien informado del trabajo que va a realizar, antes de escoger aquellas obras que apoyarán la dramaturgia. Y puedo citar infinidad de ejemplos donde este requisito no se cumple: imágenes del campo cubano apoyado por obras de Vivaldi o Albinoni cuando existen tantas creadas por compositores nuestros; novelas de época con música actual; escenas trágicas o épicas con música romántica; música vocal en medio de diálogos…
Pero no sería justo referirme sólo a la inadecuada selección de música en los programas dramatizados, pues hay otro hecho que se ha generalizado en los últimos tiempos: la inadecuada selección de imágenes en algunos videos musicales.
Felizmente, Cuba está produciendo videos donde imagen y sonido son de una excelencia tal, que no tienen nada que envidiar a los realizados en países del “primer mundo”, a pesar de que estos últimos hagan derroche de efectos especiales y otros recursos. Nuestras canciones infantiles, por ejemplo, han sido engalanadas por el ICAIC, con dibujos animados preciosos, que no sólo deleitan a los más pequeños de la casa sino a cualquier adulto. En cuanto a las viñetas y SPOTS, también se están haciendo maravillas de imaginación; y entre los musicales, un ejemplo reciente lo tenemos en el video de Aldo López Gavilán interpretando “El vuelo del moscardón”, que obtuviera el Gran Premio LUCAS en el último certamen. Pero no siempre podemos sentirnos satisfechos con las imágenes que se nos presentan en los videos musicales, pues se abusa bastante del erotismo, aún cuando el contenido de la canción no tenga nada que ver con ello. ¿Por qué no explotar más nuestras bellezas naturales, en vez de estar copiando fórmulas estereotipadas?

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