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La música en Alejo Carpentier

4 de diciembre de 2018

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Por estos días, cuando La Habana se prepara para celebrar sus cinco siglos de existencia, recordamos a muchos compositores, intérpretes, maestros e investigadores habaneros, y escogimos uno de ellos para nuestro comentario de hoy porque –además de ser un gran novelista– poseía vastos conocimientos sobre la cultura y el arte de los sonidos: Alejo Carpentier.

En la década de los años 60 de la pasada centuria, Carpentier ofreció una serie de conferencias en Radio Habana Cuba, tituladas: La cultura en Cuba y el mundo, que la Editorial Letras Cubanas recogió en un libro donde el lector puede comprobar el pensamiento enciclopédico de quien fue, y será siempre, uno de los hombres imprescindibles. Los temas son diversos pero escojo algunos referidos a la música cubana., empezando por el titulado: “Nuestro acento a la música contemporánea universal” recordándole que esas conferencias fueron ofrecidas hace unos sesenta años.

Comienza diciendo Carpentier: “Folklore” es palabra que, en América Latina debe pronunciarse con tono grave y fervoroso, desde hace cuarenta años –pues antes en verdad interesaba a muy poca gente- /…/Hay que remontarse a las fuentes del folklore, porque lo que viene del pueblo tiene que ser devuelto al pueblo”. Más adelante, expresa: “la presencia de ricos yacimientos folclóricos –en las Antillas por ejemplo– no debe hacernos olvidar que en muchos países (que no son los menos importantes del mundo) el folklore musical y danzario se halla totalmente extinto. Esto es lo que no entienden algunos alentadores de “lo popular” cuando por espíritu de imitación, pretenden exaltar, explotar, valorizar folclores nacionales donde los folklores nacionales son casi nulos, pertenecen al pasado o tienen, en sus manifestaciones actuales un escasísimo valor. Se alimenta un folklore ficticio a base de festivales organizados por especialistas en folklore, de grabaciones eruditas, de interrogatorios impuestos a informadores” muy ancianos cuya memoria conserva las palabras de alguna copla de otros días o, lo que es peor, se pretende mantener un folklore campesino donde una industrialización intensa, la formación de comunidades tecnificadas puestas en contacto diario con la opereta, con la música profesionalmente producida, hace absurda la misma palabra de “folklore”. /…/ La característica fundamental del auténtico tema folklórico, de la auténtica danza folklórica, de la sonoridad cabal de una música folklórica, es la de parecerse a sí misma. El verdadero tocador de tambor es aquel que conoce los toques, las normas dentro de las cuales deben producirse los toques. Esto no excluye la existencia de un virtuosismo personal. El arpista del llano venezolano puede manifestar una cierta libertad, una cierta invención propia en sus improvisaciones pero es menester que esas improvisaciones respondan a una estética, a normas ancestrales de ejecución. /…/ Se tolera la fantasía cuando viene al caso. Pero lo fundamental debe ser respetado, en cuanto al estilo, los giros, la rítmica y el tempo. Por eso el sinfonista –valga decir: el músico culto- que pretende acercarse al pueblo, ir hacia el pueblo, trabajando temas con armonías propias, realzando o enderezando esto o aquello, estilizando, enmendando, escribiendo movimientos sinfónicos con lo que nunca pasó de ser tonada de holgorio se muestra ante sus improbables oyentes populares como un deformador de cosas que no aspiraban a salir de donde estaban por derecho propio

La conferencia de Carpentier es extensa, pero lo planteado hasta aquí –aunque hayan pasado unas seis décadas– nos hace meditar sobre la tendencia actual de “rescatar nuestras raíces” y surge una pregunta: ¿todo cuanto se está haciendo en la actualidad está basado en la legitimidad?

En próximo comentario, abordaré otro tema relacionado con la música, incluido por Alejo Carpentier en aquellas conferencias transmitidas por Radio Habana Cuba.

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