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La muralla habanera

19 de febrero de 2018

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La muralla de La Habana comenzó a levantarse el tres de febrero de 1674, con arreglo a los  planos del maestre de campo Francisco Dávila Orejón y Gastón, gobernador de La Habana entonces, y su construcción duró hasta 1797, con un costo de tres millones de pesos fuertes, explica Jacobo de la Pezuela en su Diccionario Geográfico, Estadístico, Histórico de la Isla de Cuba, publicado en Madrid en 1863.

Con una extensión de cerca de cinco kilómetros, contaba para su defensa con  3,100 efectivos de las tres armas: infantería, artillería y caballería, y 180 piezas de distintos calibres.

Esta mole dejaba dividida a la ciudad en dos: intramuro, habitada fundamentalmente por peninsulares, y extramuro, asiento predilecto de los llamados naturales del país o criollos. Un cañonazo disparado a las cuatro y treinta de la mañana, primero desde un buque surto en el puerto y  luego desde la fortaleza de San Carlos de la Cabaña, anunciaba la apertura de las puertas de la muralla. Otra detonación, a las ocho y treinta de la noche, avisaba que se cerraban las entradas y salida entre las dos Habanas. Con el transcurso de los años y ya derrumbadas las murallas, continuaba la tradición del cañonazo, pero a las nueve de la noche.

Contaba el enorme muro con las siguientes puertas: La Punta, Colón y de Tierra, esta última abierta en 1724 y que serviría para el tránsito al Campo de Marte y a los barros extramurenses de Jesús María  Jesús del Monte el Horcón y El Cerro.

Las Puertas de Monserrate, con elegantes arcos de sillería, mandadas a abrir por el capitán General Miguel Tacón en 1835 con un costo de 400,000 pesos fuertes, con una entrada a intramuro por la calle del Obispo, y una salida por O¨Reilly.

Existían también las puertas de El Arsenal, La Tenaza y Luz, abiertas en 1775, 1745 y 1742, respectivamente.

En 1863, por las Puertas de Monserrate, comenzó la demolición de la gran muralla.

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