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La Manzana de Gómez IV

5 de abril de 2017

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Fachada principal por Zulueta, 1921

 

En el propio año 1916, Andrés Gómez Mena solicitó varias licencias a la Alcaldía Municipal para realizar obras de ampliación en la Manzana de Gómez, construyendo pisos altos en parte de la azotea. Bajo la dirección facultativa del arquitecto Francisco Ramírez, los trabajos consistían en la construcción de un tercero y cuarto piso por la calle Zulueta, tres pisos sobre la planta baja por la calle Monserrate y ampliación del escenario del Gran Teatro.
Otra licencia solicitada  se refería a la construcción de un piso más a manera de ático por las calles Zulueta y Monserrate, y cuatro pisos por las calles San Rafael y Neptuno. Los pisos estarían distribuidos en varios locales destinados a oficinas, a las cuales se les daría acceso por medio de una galería de 6 m de luz que rodeaba todo el edificio. Además iría dotado de un completo servicio de ascensores y escaleras por sus cuatro fachadas.
Esta licencia fue expedida a principios de octubre de 1916, y con ello, el complejo cultural y recreativo que se había levantado en la azotea de la Manzana de Gómez a comienzos del siglo XX se vino abajo definitivamente, pues las ampliaciones proyectadas por la familia Gómez Mena convirtieron el edificio en un productivo centro comercial en planta baja y oficinas en las plantas superiores.
En 1917 falleció Andrés Gómez Mena, víctima de un atentado en la propia Manzana, y en los bienes adjudicados a sus hijos, heredan la propiedad María Luisa, José y Alfonso Gómez Vila, valorada entonces la finca en 1 000 000 de pesos, divididos en una tercera parte para cada uno. Desde entonces, fue la sucesión de Andrés Gómez Mena quien se encargó de continuar las obras, ejecutadas paulatinamente por naves.
En abril de 1920, se concedió la definitiva declaratoria de habitabilidad del edificio. En ese mismo año, en el centro de la Manzana se colocó una estatua del iniciador de esta obra, Don Andrés Gómez Mena.
En 1924 The Royal Bank of Canada solicitó al Alcalde Municipal de La Habana licencia para realizar reformas en el local ocupado por su sucursal en la planta baja de la Manzana de Gómez. Las obras, proyectadas por el arquitecto José Sabí Carreras, consistieron en la construcción de un piso, a manera de pequeño entresuelo, a nivel del de la bóveda existente. Después del crack bancario de 1920, esta institución canadiense absorbió las acciones del Banco de Pedro Gómez Mena, incluyendo su sede y las sucursales, como esta de la Manzana de Gómez.
El control de rentas, de 1930-1931, arrojó que el alquiler del edificio estaba distribuido de la siguiente manera: 16 oficinas de esquina, 32 oficinas de chaflán, 168 oficinas de frente, 76 oficinas de interiores,  para un total de 292. La planta baja reportaba $ 5 969.00, con 22 locales comerciales.

 

Fachadas por San Rafael y Monserrate

 

Ni el sótano, ni las habitaciones de la azotea producían renta alguna, pues se dedicaban a desahogo del edificio, estando destinado el sótano a guardar materiales, herramientas y útiles, para el uso de la conservación y reparación del edificio en general, y las habitaciones de la azotea se destinaban a carpintería, mecánica y desahogo. El sótano se componía de dos secciones, una con entrada por el elevador de Zulueta y otra con entrada por el elevador de Neptuno.
Después de la muerte del señor Andrés, el edificio se mantuvo en manos  de la sucesión de los Gómez Vila, Gómez Seiglie y Gómez Vivanco hasta 1959. Sobre el inmueble se impusieron varias hipotecas y anotaciones preventivas de embargo, pero la Manzana de Gómez nunca dejó de ser patrimonio familiar. En los años cincuenta se hicieron obras de reforma que no aumentaron sensiblemente ni la morfología ni el valor del inmueble.

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