ribbon

La liberación del dolor

18 de septiembre de 2015

|

 

emociones-influyen-percepcion-L-5cT9fm

 

Leyendo recientemente una monografía sobre las emociones, me llamó la atención una frase que decía, “no podemos calificar las emociones como negativas o positivas fuera del contexto específico en que se da”; con lo cual concuerdo. Nada se puede explicar prescindiendo del entramado personal y social en el que ellas se producen,pues, de hacerlo, se corre el riesgo que realizaranálisis distorsionados, falsos; y no me refiero solo al mundo afectivo de las personas, sinoa cualquier situación: si alguien le quita la vida a otra persona ¿es juzgado por asesinato? Depende de las circunstancias, si está en medio de una guerra, si es por conducir un auto imprudentemente, si lo hizo en defensa propia o si lo hizo premeditadamente, y en cada una de estos ejemplos, la sociedad evalúa y juzga de manera diferente.
Con las emociones, existe el cliché de evaluarlas al margen de los acontecimientos que las provocan: la tristeza, el miedo, la ira, la ansiedad, son vistas y tratadas como negativas, y la alegría, el entusiasmo, la felicidad, el amor, como positivas; con lo cual se corre el riesgo de manejarlas erróneamente con el consecuente daño que se hace a la persona que las siente. Me explico; es lícito y sano –y esto ya lo he dicho anteriormente– tener emociones negativas ante un estímulo que signifique pérdida, y sería patológico tener emociones positivas. Estar triste porque murió alguien cercano y querido muestra que la persona es sana y el organismo le está diciendo que necesita llorar, estar desmotivada, con pocos deseos de realizar actividades, de dormir, de estar a solas consigo mismo.De esta manera no presiona los procesos físicos y psíquicos y les da tiempo a que vuelvan a tener un funcionamiento equilibrado.De igual manera que el mar está turbio después del paso de un huracán y hay que darle tiempo para que se asiente y vuelva a estar cristalino, transparente. De forzar este proceso, este tiempo –que es diferente para cada persona– existe el peligro de un daño más grave, y pueden aparecer manifestaciones de trastornos o desajustes psíquicos que llevan atención profesional.
Hago énfasis en la necesidad de solidarizarse y apoyar a la persona que, de manera legítima,pasa por una fase de emociones negativas, ya que regularmente se tiende a desestimar lo sano que es este proceso.Las personas cercanas se preocupan y dicen, “no me gusta verte triste” y tienden a forzar el término natural de estas emociones negativas, pero liberadoras. Si vemos a alguien que no muestra reacciones negativas ante una pérdida, un fracaso, pues somos proclives a admirarlo por su “entereza, su fuerza” cuando en verdad lo que debíamos hacer es preocuparnos porque algo anda mal, ya sea porque no es capaz de tener emociones consonantes con la situación o es que se reprime porque considera que ser emotivo es signo de debilidad, y lo que está haciendo es dañando el sistema de los procesos afectivos, tanto es su expresión externa, conductual, como en el aspecto interno que es la vivencia afectiva.
Tal vez la alarma se dispare si hay alguien que se ríe y está alegre en el velorio de la madre y decimos “está muy nervioso y le da por reírse” o “está muy perturbado”, y se le da una tableta de algún ansiolítico para que se calme, sin detenernos a pensar que puede que haya otros daños peores en esa persona en el campo de los afectos.
Cada persona expresa de manera personal su mundo afectivo interior, según la educación que en este sentido haya recibido, la experiencia de vida que tenga y otros factores, pero en ningún caso esa expresión puede estar divorciada del contexto, de lo que le da origen.

Galería de Imágenes

Comentarios