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La importancia de sentirse importante

5 de septiembre de 2014

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buen_trato_gps2Algunas veces cuando vamos a una tienda a comprar algo y nos atiende una o un dependiente o cuando llegamos a una oficina cualquiera y necesitamos información o una cita por lo que precisamos hablar con la recepcionista o la secretaria, cuando visitamos al médico, cuando en la calle un policía nos impone una multa de tránsito o en otras muchas ocasiones en las que por un motivo u otro nos relacionamos con personas de diferentes oficios y profesiones en circunstancias favorables o desagradables, aún cuando no logremos nuestro objetivo o recibamos la multa, lo cual es una sanción, siempre evaluamos el resultado no solo teniendo en cuenta el motivo central que nos ha llevado a la situación, sino que nuestra evaluación sobrepasa lo puramente racional. O sea, si en la tienda no existe el producto que queremos comprar, o no logramos la información deseada, ni la cita con la persona X y así en las demás situaciones, salimos más o menos satisfechos si hemos encontrado o no un intercambio emocional que nos satisfaga.  He ahí la relevancia de la inteligencia emocional, la cual como he dicho en ocasiones anteriores, debe poseer toda persona y que resulta la acompañante perfecto para las otras inteligencias que tenemos los humanos, y las potencia, por lo que uno puedo tener o no habilidades para las matemáticas o para la pintura o para el baile, y si elige una profesión acorde  a la inteligencia que sí posee, ya tiene un camino avanzado. Sin embargo, para lograr el éxito profesional siempre hay que poseer un  buen manejo de las emociones, por eso digo que es el complemento imprescindible. Se puede ser mecánico, maestro, boxeador o limpiador de las peceras de los tiburones en el Acuarium, pero más allá de esto, hay oficios, puestos de trabajo, en que es obligatorio tener un elevado desarrollo de las competencias emocionales, y algunos son los que mencioné al principio porque en el asunto de las satisfacciones de las necesidades es muy difícil determinar dónde termina la satisfacción material inmediata y donde comienza la espiritual y puramente humana, ya que de eso se ha escrito mucho y hasta el día de hoy se considera que están entrelazadas. Y claro que después de tanta palabrería voy  a los ejemplos: Llegamos a la tienda a buscar un regalo para alguien querido que cumple años y hemos pensado en un perfume determinado, pero no lo hay en la tienda, aunque si hay otros que vemos en la estantería. Si el vendedor se queda ahí, salimos frustrados, pensando que hacer,  hacia donde dirigirnos para buscar el perfume deseado, o si debemos comprar otra cosa. Pero si por el contrario, la vendedora nos hace otras proposiciones en base a otros perfumes que tiene algo en común con la fragancia que buscamos, si nos pregunta si es una mujer o un hombre, que tipo de piel tiene, sus gustos, puede que nos derive hacia otro perfume, una crema, o cualquier otro producto de perfumería y no solo salimos agradecidos por la atención, ya sea si compramos, porque aceptamos las sugerencias, como si no lo hacemos. ¿Por qué? Pues porque nos ha atendido con afecto e interés e incluso hemos aprendido un poco y hemos ampliado nuestro criterio sobre que se puede regalar, más allá que el consabido perfume. A esto se le llama tener buenas competencias emocionales, y volveremos una y otra vez a  buscar a esa o ese vendedor que nos atiende como seres humanos. Entonces si en algo tan simple como un regalo nos sentimos así, en circunstancias más graves como es la salud este asunto toma aún más relevancia y el beneficio o el daño de un intercambio emocional bueno o malo provoca consecuencias a largo paso, y de esto sí sé y mucho porque soy hace 37 años profesora de Psicología de la Facultad de Ciencias Médicas “Dr. Salvador Allende” de la Universidad de Ciencias Médicas de la Habana, y siempre le he enseñado a mis estudiantes la importancia de una comunicación efectiva con los pacientes y sus familiares, porque se agradece y se recuerda siempre al médico, al enfermero y los otros miembros del equipo de salud que en la atención médica se comporten como seres humanos comprometidos con lo que sienten los otros, que aclaren sus dudas, en pocas palabras; que entiendan lo que sienten los que están del otro lado, aunque a los ojos de la ciencia sea simple. Con esto se hace bien, ya sea el médico, el policía o el que nos viene a arreglar el fregadero de la cocina que está tupido, porque lo más importante es que nos sentimos importantes para el otro.

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