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La guerra necesaria de José Martí

24 de febrero de 2024

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S/T, 1990, Ernesto García Peña, Óleo sobre tela, 95 x 85 cm

S/T, 1990, Ernesto García Peña, Óleo sobre tela, 95 x 85 cm

 

Este 24 de febrero el pueblo cubano conmemorará los 120 años del alzamiento organizado por el Partido Revolucionario Cubano y el liderazgo de su Delegado, José Martí, quien logró reunir a la aplastante mayoría de los patriotas cubanos emigrados, a la casi totalidad de los generales y altos oficiales mambises de la Guerra de los Diez Años y de la Guerra Chiquita, y a los patriotas residentes en la Isla.

Tal labor unificadora no fue solo el resultado del arduo laboreo martiano conversando frente a frente, tanto con los que deseaban volver a tomar las armas por una Cuba libre del colonialismo español como con los que temían que el país se desangrase con esa pelea; reuniéndolos frecuentemente para agruparlos con su emotiva, convincente y razonada oratoria; escribiendo centenares de cartas personales en la que el cariño al destinatario y a sus familiares acompañaba la explicación de por qué la lucha armada era imprescindible e insistiendo con su textos y los de sus principales colaboradores en la necesidad de alcanzar una república para todos, de paz, trabajo y justicia social; para el campesino, para el trabajador, para el culto y para el que no tenía estudio; para todo cubano blanco y negro, y reiterando sistemáticamente que esa república acogería a los españoles honrados establecido en la Isla.

Tal amplia convocatoria a individuos y sectores sociales diversos sostenía su programa de amplias miras geográficas en aquella época de grandes transformaciones en los sistemas productivos, en el conocimiento científico, en los avances tecnológicos y en el reparto de pueblos y culturas entre las grandes potencias. Por eso afirmó que no solo eran dos islas las que se iban a liberar sino todo el mundo el que se iba a equilibrar, y que las Antillas libres contribuirían decisivamente a impedir la hegemonía pretendida por la república del Norte sobre el resto del continente americano.

La guerra, pues, era necesaria para Cuba y Puerto Rico, para las repúblicas de la que Martí llamó Nuestra América y para impedir que el reparto del mundo condujese a la pelea entre los grandes poderes por controlar nuestra región. Obra de servicio mayor para la humanidad de aquellos finales del siglo XIX y para todos los tiempos fue la que se trazó e impulsó el Maestro.

Plan y ejecutoria universales fueron lo diseñado y empujado con su noble entrega total por aquel hombre de su tiempo y cuya permanencia en su pueblo y en los de Nuestra América se extiende cada vez más por el orbe y las más diversas culturas. La grandeza moral y humanista de quien no vaciló en echar su suerte con los pobres de la tierra ni en correr los peligros de la guerra desatada a su impulso nos indican su responsabilidad, su sentido del deber imprescindible para cualquier líder y su permanente presencia entre los cubanos de ayer, de hoy y de mañana, y entre Por eso José Martí guía y acompaña siempre a su pueblo y cada vez más es apreciado y atendido por las personas de bien, de todas los tiempos, como él mismo dijo en sus Versos sencillos: “Yo vengo de todas partes, Y hacia todas partes voy.”

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