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La Era de los “ismos”

27 de noviembre de 2015

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Claude Monet, Impresión: amanecer (1872)

Claude Monet, Impresión: amanecer (1872)

 

Nada es eterno, pues todo evoluciona, se transforma…, hasta el sistema solar. Por eso la música ha evidenciado múltiples cambios a través de su historia desde la época primitiva, lo que he abordado en mis comentarios al referirme a las diferentes etapas musicales que se sucedieron hasta el siglo XIX, donde el Romanticismo fue el período más extenso y trascendental. Pero, ¿qué sucedió después? Este será el tema de mi comentario de hoy, que he denominado: “La Era de los “ismos”.
Aunque desde el Barroco, Johann Sebastián Bach utilizó el cromatismo –camino que siguieron otros creadores de etapas posteriores– fue Wagner quien hizo derroche de este recurso. A partir de entonces, los compositores comenzaron a incursionar en nuevos sistemas armónicos y, poco a poco, la música tradicional fue transformándose y adquiriendo nuevas sonoridades rechazadas, en sus inicios, por el público.

Es así como surge “La Era de los Ismos”, cuyo pionero musical fue el francés Claude Debussy (1862-1918), quien tuvo su antecedente en la pintura del también francés Claude Monet, el cual con su “Impresiones:amanecer, inspiró el término impresionismo, al que seguirían, a todo lo largo del siglo XX: expresionismo, atonalismo, microtonalismo, y tantos otros.
Al igual que Monet transmite a través de su pintura, sus impresiones del mundo real y los rasgos definidos dejan de tener importancia, en la música de Debussy lo importante no es la línea melódica, sino el ambiente sonoro. Es decir, la utilización del sonido es ahora comparable a la utilización del color.
Dotado de mucho talento y una gran imaginación (obtuvo el codiciado Premio de Roma a los 22 años), Debussy deseaba revolucionar la música, y comenzó a experimentar con acordes y tonalidades hasta ese momento inusuales, para lograr su propósito. Su primera partitura: Preludio a la siesta de un fauno, inspirada en un poema de Mallarmé, fue escrita en 1894; al año siguiente surgió: El mar, ambas, para orquesta, y calificadas de “verdaderos cuadros sonoros”. A estas obras siguieron otras para orquesta, para piano, para canto, un cuarteto de cuerdas, y una ópera: Peleas y Melisande.

 

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Maurice Ravell y Claude Debussy

 
El también francés Maurice Ravel (1875-1937) tuvo mucho que ver con el impresionismo, aunque no utilizó todos los recursos explotados por Debussy. Impuso su propio sello, al incorporar en sus partituras elementos del folclor español, oriental y americano y las influencias que recibió de los pintores simbolistas. Fue un maestro de la orquestación, y creó obras orquestales, para piano, ballets, óperas, un cuarteto de cuerdas y numerosas canciones; pero la más famosa de sus composiciones es: Bolero, donde evidencia su maestría, al utilizar un patrón rítmico en el set de percusión que, a manera de ostinato se mantiene inalterable, mientras van apareciendo las diferentes secciones de instrumentos con un mismo tema reiterativo cuya intensidad va creciendo, hasta la incorporación de toda la orquesta sinfónica que culmina con un fortísimo espectacuar.
En mi próximo comentario continuaré transitando por “la Era de los ismos”

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