La electricidad que mata y cura (II)

14 de julio de 2017

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Bruno Henríquez

De buenas intenciones está lleno el camino del infierno.
Dicho popular

 

Armas eléctricas: dispositivos que usan la electricidad para hacer daño

 

Una descarga eléctrica puede producir diferentes efectos en el cuerpo humano entre ellas calor, quemaduras, dolor, sacudidas, espasmos, afectación al ritmo cardiaco, al control muscular, al equilibrio y a la memoria. Esto dependerá de la intensidad, tipo de corriente y frecuencia de la tensión aplicada.

Mientras la persona se sacude por una descarga eléctrica intensa es incapaz de coordinar los movimientos o pensar con claridad. Esto es causado por los efectos físicos, bioquímicos y fisiológicos que produce la corriente eléctrica al sistema nervioso y esto ha sido utilizado con las más variadas intenciones, desde curar, causar placer o nuevas experiencias hasta dañar.

Estos efectos no pasaron inadvertidos ante los creadores de armas, e instrumentos de tortura que encontraron en la electricidad la forma de atacar el sistema nervioso del enemigo o de una persona que debería ser neutralizada. Cuando la persona está indefensa o es prisionera, el uso de electricidad sobre su cuerpo se puede convertir en un instrumento de tortura.

La electricidad en una descarga al efectuarse directamente sobre el sistema nervioso no solo causa dolor y tensión, también induce miedo, la inseguridad ante la imposibilidad de poder mantener el control sobre el cuerpo, la mente y las propias ideas; la persona en este caso experimenta desde el dolor y el miedo hasta la locura, se desmoraliza y sufre.

La sensibilidad de ciertas partes del cuerpo a las corrientes eléctricas hace que aunque la descarga sea pequeña se experimente una sensación de dolor muy intensa de ahí que se pueda usar en las distintas formas de tortura.

La tortura combina la sensibilidad del cuerpo humano a las descargas eléctricas, con la posibilidad de infringir dolor sin dejar huellas de quemaduras en la piel, aunque a los torturadores no les importa las marcas que dejan, sino el dolor que producen ya que saben que las confesiones obtenidas de esa forma no son confiables, pues las personas pueden declarar cualquier cosa para deshacerse del gran sufrimiento y estados de tensión e indefensión que se experimentan.

La picana eléctrica es un instrumento de tortura que se desarrolló durante la época de las dictaduras militares el pasado siglo en los países de Sudamérica, se dice que se inventó en Argentina.

La picana produce descargas eléctricas mantenidas al entrar en contacto con el cuerpo humano, los torturadores lo aplicaban en las zonas más sensibles y delicadas del cuerpo como los genitales, los pezones, las encías y las mucosas en general.

Algunas de las técnicas de tortura con intensidades de corriente menores se utilizan en las actividades sexuales sadomasoquistas, y en algunos casos se han reportado daños por quemaduras y ocurrencia de infartos del corazón

 

 

Existen también armas que sirven para aplicar descargas eléctricas tanto a personas como animales y se conocen como arma de electrochoque, táser o pistola eléctrica, están diseñadas para descontrolar a los músculos motores, principalmente las extremidades, lo que causa una inmovilización temporal.

Una de las armas eléctricas  más conocidas es el táser, que dispara contra la víctima un par de agujas conectadas por cables a la fuente que produce la descarga. Los modelos antiguos tenían una cierta dificultad para atravesar la ropa gruesa, pero los modelos actuales pueden traspasar hasta los chalecos anti-balas, mientras otros modelos aplican la descarga por el contacto directo de los electrodos en la piel de la persona.

Su uso por la policía y las fuerzas de represión está autorizado generalmente cuando hay niveles de amenaza por debajo de los que requiere el uso de armas de fuego, y frecuentemente se aplican sobre las personas después de haber advertido a la persona verbalmente o ante la suposición que el individuo en cuestión no se va a detener, podría resistirse o escapar. A veces ocurre que a la persona se le aplican varias descargas, pues al recibir la primera descarga pierden la posibilidad de moverse y quienes la aplican lo interpretan como un signo de desobediencia a las órdenes que le dan a la víctima de que retroceda, se tire al suelo o que suelte algo que tenga en las manos.

Otro tipo de arma eléctrica similar al TASER las llamadas pistolas de aturdimiento o Stun-Gun alimentadas con baterías recargables generan pulsos eléctricos que pueden producir quemaduras y afectaciones a las terminales nerviosas y su uso sobre personas está prohibido en casi todo el mundo porque pueden provocar lesiones irreversibles, lo que no impide que se encuentre en el equipamiento de la policía y las tropas antimotines de casi todos los países así como en manos de delincuentes y cuerpos de seguridad privados. Se parecen a los dispositivos usados para controlar el ganado o los animales en los zoológicos. Las armas de aturdimiento poseen dos electrodos conectados a la fuente de electricidad y tienen un diseño que permite su manipulación con seguridad para quien lo opera. Estos dispositivos suelen tener una opción para que el arco de la descarga eléctrica se haga visible y audible lo que causa un efecto de desconcierto y amenaza en las personas. En algunos casos este dispositivo se enmascara en objetos de uso común como teléfonos móviles, linternas y paraguas entre otros.

 

 

El uso de las armas eléctricas contra la población desarmada y las manifestaciones es muy discutido y se condena por parte de muchas organizaciones de derechos humanos y de protección de los derechos de la ciudadanía, en algunos casos se les considera instrumentos de tortura que no deben usarse de ninguna manera en contra de la población.

No todas las personas reaccionan igual ante una descarga eléctrica y en algunas debido a su estado de salud o el padecimiento de alguna afección o característica física dada podría llegar a causarle entre otros efectos paros cardiacos, quemaduras daños irreversibles en el sistema nervioso y hasta la muerte.