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La elección de Miguel Ángel González

25 de octubre de 2013

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La historia del béisbol cubano tiene en un sitial muy alto a Miguel Ángel González quien se destacó como receptor en las Grandes Ligas por más de dos décadas y también brilló como director y propietario de Los Leones del Habana en la Liga profesional.
Miguel Ángel comenzó su vida en el béisbol en Regla, su pueblo natal, y debutó con el club Fe en 1910. Un año más tarde se incorporó a los Leones de La Habana, luego regresó al Fe y jugó nuevamente con los Leones por 22 temporadas más.

Los datos estadísticos de Miguel Ángel en la Liga cubana pueden considerarse como muy buenos: participó en 370 encuentros y promedió para 290, conectó 55 dobles, 20 triples, 12 cuadrangulares y robó 83 bases. Además, en la campaña 1932-33 terminó como líder de los bateadores, con un promedio de 432 (19 imparables en 44 turnos al bate).
Aunque como jugador Miguel Ángel tuvo buenos resultados, en realidad su mayor mérito en Cuba fue como director. Su carrera al frente del club Habana se inició en la temporada 1914-15 y el debut fue por todo lo alto, ya que los Leones ganaron el título con récord de 23 triunfos y solo 11 fracasos.
Después del éxito inicial, Miguel Ángel obtuvo otros 13 campeonatos, siempre con Habana. Su pasión por los Leones fue muy grande, a tal punto que en 1947 Mike, como también le decían, adquirió todas las acciones del club y se convirtió en dueño absoluto de los destinos de Los Leones.

El golpe económico y sentimental fue muy grande para Miguel Ángel cuando, en 1961, el gobierno revolucionario terminó con el béisbol profesional y dio paso a la Serie Nacional. Los propietarios de los otros equipos partieron definitivamente hacia los Estados Unidos; pero Mike decidió quedarse en su país hasta el final de sus días.
Esa fue una decisión que muchos de sus antiguos amigos y socios de negocios siempre le reprocharon, ya que en Estados Unidos Miguel Ángel también era muy respetado por sus más de tres décadas dedicadas al béisbol.

 

SUS INICIOS

En 1912 una selección de jugadores cubanos dio una gira por varios estados de la Unión y allí Miguel Ángel llamó la atención de varios buscadores de talentos de las Grandes Ligas. Ese mismo año, los Bravos de Boston, de la Liga Nacional, le ofrecieron un contrato y así comenzó la carrera de Mike en las Mayores.
Después de su paso por el Boston, Miguel Ángel jugó para los Rojos de Cincinnati, los Cardenales de San Luis, los Gigantes de Nueva York y los Cachorros de Chicago. Como receptor de estos equipos tuvo un promedio de 253 (717 imparables en 2829 turnos oficiales al bate), disparó 123 dobles, 19 triples y 13 jonrones. Además fue reconocido como el mejor receptor defensivo en la Liga Nacional en 1925, 26 y 29.
Miguel Ángel participó en una Serie Mundial, como jugador, en 1929. Ese año su equipo, los Cachorros de Chicago, perdió 4-1 ante los Atléticos de Filadelfia. La actuación de Mike fue corta ya que apenas jugó un partido a la defensa y tuvo un solo turno al bate.
Cuando decidió retirarse del béisbol activo, Miguel Ángel encontró trabajo como coach de la línea de tercera en los Cardenales de San Luis con los que participó en tres Series Mundiales, 1934, 1942 y 1946. En el receso de las Grandes Ligas, Mike regresaba a La Habana para dirigir a los Leones en la temporada invernal de la pelota cubana y así sus dos profesiones, como director y coach, se complementaban y le daban una visión más completa del juego.
Esa visión y capacidad  para comprender el béisbol le permitió a Miguel Ángel entrar a la historia de las frases célebres del deporte de las bolas y los strikes. En una ocasión, durante la temporada de 1924, la gerencia de los Cardenales de San Luis le pidió que evaluara al receptor Moe Berg, uno de los prospectos más grandes de los Pájaros Rojos.

Mike lo observó jugar y luego le envió a los directivos un escueto telegrama que decía: “good field, no hit”, algo así como “buen fildeador, pero mal bateador”. Esa frase ha quedado para referirse a aquellos jugadores con habilidades defensivas y poco poder al bate.
Miguel Ángel también entró en la historia como el primer latinoamericano que ejerció la dirección de un equipo de Grandes Ligas.  A finales de 1938, el manager de los Cardenales, Frisch, fue despedido y entonces Mike, como coach, recibió las riendas del equipo para los últimos 16 juegos de la campaña. Su récord fue de 8 triunfos y 8 fracasos. Luego, en 1940, asumió nuevamente la dirección de los Cardenales, aunque por un breve período de tiempo, solo 6 juegos, en los que acumuló 1 victoria y sufrió 5 descalabros.
En otras oportunidades le ofrecieron la dirección de los Cardenales, pero él se rehusó y su explicación fue esta: “un buen coach tiene trabajo asegurado. Los managers son despedidos cuando los equipos pierden”.

Cuentan los que lo conocieron en los últimos tiempos que Miguel Ángel se mantuvo informado sobre el desarrollo de las Series Nacionales y que sentía admiración por varios peloteros. Esta gloria del béisbol cubano falleció en su país natal, el  19 de febrero de 1977, a los 86 años.

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